vie. Abr 19th, 2024

Por Mario Humberto Gamboa Rodríguez

Verano de 2019.

La política -con minúsculas- no hay amigos, solo intereses; y los intereses del que manda son prioritarios.

Hoy asistimos al “proceso público” que se le sigue al gobernador Jaime Rodríguez Calderón, por los supuestos -digo supuestos porque no me constan ni conozco las pruebas que llevaron al tribunal electoral resolver sancionarlo- desvíos de recursos públicos durante su campaña por la presidencia de la República.

Este proceso demuestra que “en política -sobre todo la mexicana- no hay amigos, solo intereses”. Cuántos medios de comunicación, cuántos de sus editorialistas, cuántos en las redes sociales hicieron fiesta y lanzaron cohetes, celebrando en el 2015 el triunfo del “primer gobernador independiente” en la historia del país. Cuántas alabanzas y lisonjas se derramaron entonces.

Conozco al gobernador desde hace años, no pretendo defenderlo, él tiene recursos suficientes para hacerlo, además, no tengo ningún compromiso con él ni su gobierno, no soy su empleado ni su “fan”. Creo que este episodio, que pasará a los anales de la política de mi Estado, revela cuánta hipocresía y falsedad sustenta a la politiquería de quienes hoy solo persiguen satisfacer sus ambiciones de poder en las elecciones del 2021. ¿Cuántos de los que hoy piden su renuncia o destitución tiene autoridad moral para ello, aunque reclamen representar al pueblo?

Pero, es que ¿alguien en la política -con minúsculas- tiene autoridad moral?

Pobre Jaime, el gobernador constitucional de Nuevo León, pobre no porque lo sea económicamente, sino porque está solo en una aventura que emprendió y en la que parece haberse perdido, aventura en la que solo los que “administran los cabildeos y negociaciones” de tal asunto, sabrán, acaso, en que terminará. En este proceso que parece linchamiento, Jaime solo puede aspirar, y a esperar, si no hay sanción que se lo impida, a terminar bien la honrosa función de gobernador de un estado como Nuevo León.

La política -con minúsculas- es ingrata y salvaje, sus contra-valores son la hipocresía, la falsedad, la deslealtad, la traición. La Política con mayúsculas, es amarga ciertamente, pero este sabor se mitiga con los valores de la lealtad, la dignidad y la fidelidad a valores sociales, que si los practicas, te hacen trascender históricamente como alguien ejemplar. El Hombre no es bueno por naturaleza, pero puede llegar a serlo, y la Política siempre será un espacio y una oportunidad para demostrarlo.


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