vie. Abr 19th, 2024

Pedro García

Si la sierra de La Huasteca pudiera hablar y nos revelara si es genuino el amor de tanto caballero armado que ahora la defiende…O es otro el interés que los mueve.

De tantos “cruzados” que, según ellos, están determinados a combatir a los paganos que osan convertir a la montaña en una fábrica de insumos para la mampostería, y fregarla, anclando aposentos propios de reyes, atilas de nuevos milenios, donde nunca volvería a crecer siquiera la hierba.

Dicen, se dice que, en la zona metropolitana de Monterrey, habitada por cerca de cinco millones de personas, ya nos estamos muriendo por causa, también, de la contaminación entonces, por consecuencia lógica, se estará cometiendo un “suicidio”.

Suicidio que se estaría consumando todavía más pues son públicas las ambiciones de abrir pedreras en la sierra Picachos clasificado como una elevación que amortigua de manera importante la contaminación que producimos en la zona conurbada de Monterrey.

A la fecha, no hay autoridad ambiental alguna que se atreva a decretar una ampliación de la zona protegida en Picachos lo cual blindaría por todos los siglos a la montaña de cualquier horadación antinatural para arrancarle materiales para la construcción.

Picachos se ha salvado gracias a que hay alcaldes que han resistido tentaciones y presiones y han regado licencias para la entrada de la gigantesca maquinaria capaz de atacar el corazón de la gran montaña.

También ha sido formidable la lucha de lugareños que advierten de las funestas consecuencias que habría si se permite la operación de pedreras.

Lo más probable es que, a la larga, se impongan los derechos de propiedad y veamos a los parajes de La Huasteca tachonados de residencias en comprobación de que el parque nacional Cumbres ya no es tal sino uno de propiedad privada.

Igual ocurre con La Silla donde en los años noventa del siglo pasado un presidente dijo que era un monumento nacional y a los cuantos días que el mandatario abandonó Monterrey, se reveló que había numerosas escrituras a nombre de particulares.

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