vie. Abr 19th, 2024


Por Rafael Cano Franco

¡Gobierno de pobres o para los pobres!

Desde el púlpito presidencial, es una constante el evangelio de la pobreza con el que nos sermonea el presidente López Obrador: que si solo debemos tener un par de zapato, que si el boato en el vestir o comer son excesos que deben limitarse; incluso que la pandemia de Covid-19 afecta a los ricos porque los pobres son inmunes, son perlas de un adoctrinamiento donde el eje central es la romantización de la pobreza.

El Gobierno de López Obrador nos quiere pobres…¡Y lo está logrando!

Según datos revelados por el Inegi, el número de pobres aumentará con la pandemia; pasará de 50 millones a 70 millones de mexicanos en condición económica endeble.

El problema se agrava por el cierre de muchas empresas que van a generar desempleo, solamente entre abril y mayo de este año, se perdieron casi 2 millones de empleos formales –registrados en el IMSS—y también el Inegi publicó que el total de puestos de trabajo, considerando los informales, suma 12 millones de personas desocupadas.

El gobierno estableció como compromiso generar 2 millones de empleos y en el desglose incluyó las becas para “Ninis”, los puestos de trabajo en sus tres grandes obras de infraestructura; pero por ningún lado aparecen los empleos que generan riqueza y estabilidad económica en las familias.

El único anuncio formal es el que hizo el Secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard Casaubon quien anunció la instalación de una fábrica para componentes de aviones que se instalará en Chihuahua y que creará 800 puestos de trabajo, una buena noticia pero que es insuficiente para enfrentar el nivel de desastre económico que ya tenemos encima.

En este contexto toma sentido la frase aquella de que “la pandemia nos cayó como anillo al dedo”; si la intención gubernamental era la de aumentar el número de pobres y dar paso a un gobierno proveedor que financie familias con recursos presupuestales, al menos por el tiempo que les alcance el dinero, pues lo están logrando.

Pero la pobreza y el incremento del número de pobres generan serios problemas.

Uno de los primeros efectos medibles es la deserción escolar; sin las condiciones propicias, muchos jóvenes deben abandonar sus estudios para buscar el sustento en actividades ocupacionales que generen dinero para ayudar a la economía de sus familias; el problema, que en este caso es de alto beneficio para el gobierno, es que entre menos educada sea una sociedad es más fácil manipularla y también se vuelve más dócil como cliente electoral.

El PRI fue un maestro en ese artilugio y hoy lo está reviviendo el gobierno de Morena.

Ser pobre y tener que dejar la escuela, genera también lo que se llama estatismo social que es todo lo contrario a la movilidad social.

Quien nació pobre, seguirá pobre.

La educación y la generación de riqueza tienen un impacto aspiracional; un padre o madre que nacieron en pobreza, con trabajo y esfuerzo propio pueden crear las condiciones para que sus hijos estudien una carrera, modifiquen su condición económica y jalen hacia arriba a su familia, eso se llama movilidad social; pero el gobierno actual lo que promueve es el estatismo, al romantizar la pobreza implica quedarse pobre porque eso hace más valiosa a la persona ante sus gobernantes.

Ningún país que logró superar el subdesarrollo, fundamentó su crecimiento en la creación de más pobres y en darle un halo de romanticismo a ser pobre.

La pobreza material es una pesada carga para la sociedad que impacta en la pobreza alimentaria y educativa; pero además tiene un efecto en la aparición de otros problemas sociales como la inseguridad pública y el estancamiento social.

La solución para la grandeza de un país nunca ha sido la pobreza; crear pobres implica generar desigualdad: habrá unos pocos ricos que tendrán todo y muchos depauperados que no tendrán nada, si acaso la dádiva gubernamental.

La solución no son más pobres; lo que han hecho economías que lograron superar subdesarrollo fue generar oportunidades, no para generar igualdad, sí para permitir que una inmensa mayoría tenga a la mano herramientas para superar su condición social.

Las oportunidades se generan dando incentivos para que mayor número de jóvenes puedan acceder a la educación; fomentando el emprendedurismo y con ello la creación de empresas; la riqueza no solamente debe ser material, también intelectual porque de esa manera los elementos transformadores de una sociedad se multiplican; mientras exista igualdad en el acceso a las oportunidades, el desarrollo del individuo dependerá de él y de sus aspiraciones, el gobierno será un facilitador y no un proveedor que le de limosnas para  apenas subsistir.

La pobreza nos iguala en la desigualdad; las oportunidades nos dan la opción de movilidad social y por tanto generan desarrollo. Evangelizar sobre la pobreza, es por tanto, promover la desigualdad.

No es lo mismo un gobierno de pobres, donde hay exaltación desmesurada de la pobreza a un gobierno para las pobres, que no es otro que aquel cuya ambición es generar oportunidades de cambio y desarrollo.

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