Por Salvador Hernández LANDEROS
El tesorero del Estado, Carlos Garza, no tiene porqué andar con recortes y malabares en el presupuesto para completar con el gasto público.
Así como hay empresas, negocios y actividades declaradas no esenciales por causa del Covid-19, también hay varias dependencias así en el gobierno.
Acatar, como las empresas y empleados que aceptaron reducir hasta un 50% su salario y conservar el empleo, igual se puede hacer con la burocracia.
A los secretarios o funcionarios de primer nivel, arrequíntelos. Quíteles la caja chica, o la chica de la caja. Ayudantes no esenciales, vulgos aviadores.
A otros muy exhibidos, escúlquele los bolsillos, pues en el 2015 llegaron con una mano adelante y otra atrás y ya compraron y ampliaron residencias.
Por otro lado, hay féminas que se ven muy distintas a cuando llegaron. Hay quienes “cambiaron el carro de camote y hasta usan una bolsa de broche”.
Nada de frases como la de “ajustarnos el cinturón”, ni de quejidos plañideros. Nada de medidas drásticas. Mejor “todos coludos o rabones”.
En algunas secretarías se puede prescindir del titular y sus asesores. No hay deportes, arte y cultura y ni siquiera en la Línea Tres del Metro.
Cabildee con los sindicatos de burócratas y maestros. Hágales ver que no son tiempos de jauja. Una reducción en sus ganancias, en nada les afectará.
Y si los secretarios, los líderes y hasta diputados que no quieran apoyar, pídale ayuda a Santiago Nieto, el titular de la Unidad de Investigación Financiera.
Ya verá cómo y sin brincos, harán fila para inscribirse en la lista de aportadores. Todo es cuestión de echarle sesos y, a los otros, apretarles los “sesos”.