jue. Abr 18th, 2024

Hay situaciones que no dejan de sorprenderme. Crecí en un año donde los padres de familia entregaban sus vidas, sí, literalmente entregaban sus vidas al trabajo, a la familia, dueños de empresas o al crecimiento jerárquico dentro de una institución. Hasta era tan bien visto que entre más duraba una persona en aquella empresa, más se le reconocía en la sociedad por ético y leal. Conforme fueron pasando los años, las jubilaciones tocaron la puerta de estos padres de familia y gracias a esos años de entrega y lealtad, la estabilidad económica se quedó en casa en la que actualmente disfrutan de sus nietos y de alguno que otro viaje modesto. Recientemente fui testigo de la lealtad que aún existe con esta misma visión de entrega a una empresa o institución. El jueves pasado a las 5:33 de la tarde recibí en un chat grupal un mensaje de un apreciado colega que decía: “Hoy presenté mi renuncia después de 33 años laborando en esta institución. La decisión la tomo por la necesidad y las ganas de buscar un nuevo proyecto personal y profesional”. Todas nuestras respuestas en el grupo coincidieron, nos sorprendía leer el número 33 y la imaginación no paró por el tan solo hecho de imaginar esos años de entrega, dedicación y lealtad aún en esta época. A que grado no llegó mi impresión que conversando con un buen amigo enterado también por la noticia me dijo: -“Clara, ¡no puedo magnificar cuántos son 33 años, porque ni siquiera los he vivido! ¡Tengo 29! Pero su expresión por dicha situación siguió a más. “Que gusto saber que con esos 33 años de experiencia aún tiene la oportunidad de encontrar otras áreas donde seguir desarrollándose de manera profesional. Pero la siguiente frase fue la que me hizo escribir estas palabras: -“Clara, yo no me veo más de 10 años en una empresa”, y enfatizó -“Nunca, ¡jamás en mi vida! y el día que yo me quede más de 10 años en una empresa, te doy el poder a ti Clara Villarreal de que vayas y me saques arrastrando”, y continuó diciendo: -“pero entiendo su visión, pero también entiendo su generación”. Hace dos semanas compartí con ustedes mi editorial llamado: “Algo sucede entre nosotros” donde les compartí que actualmente los equipos de trabajo han perdido el interés en la calidad de los servicios y por ende han perdido el sentido de pertenencia, e hice un llamado a los empresarios a cuidar a sus equipos e interesarse por la calidad de vida de cada uno de ellos. ¡Qué fusión tan increíble 33 años de pasión, lealtad, amor, entrega! Y que reto tan enorme se les vienen a las empresas donde los empresarios tendrán que ofrecer a las nuevas generaciones una calidad de vida real, y no me refiero solamente a dinero, sino que ahora, deberán proveer un mejor balance entre lo personal, lo espiritual, emocional, psicológico y económico. Casarse con una empresa ahora será pasar de ser empleado a ser colaborador o socio, porque la vida no valdrá la pena si solo depende de entregarla por unas cuantas monedas. Twitter: @claravillarreal

contacto@claravillarreal.com

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