vie. Mar 29th, 2024

Arnulfo Vigil

¿En qué cabeza cabe construir nuevas líneas del metro, cuestionadas por los vecinos donde va el trazo, cuando las líneas existentes literalmente se están cayendo a pedazos? Porque esa es la realidad. No sólo son las transas, los hurtos y la prepotencia de funcionarios del anterior sexenio gubernamental sino la incapacidad para realizar el trabajo. La máxima inopia: se coloca en el puesto a un amigo y no a quien realmente sepa del tema. 

    En el fondo eso es lo que está sucediendo con las líneas del Metro. Se trajo a un importado de Guadalajara a dirigirlo, negando la posibilidad de que en el Estado haya alguien competente que conozca a fondo el problema. Se trae a un amigo, a un conocido. Y aunque sus legajos de trabajo digan que ha estado en la cúspide del éxito, la práctica en Regiolandia desdice lo anterior. Abraham Vargas se llama el director. Secundado por el ingeniero Adalberto Gaytán, quien ya retirado volvió al redil. Recibe pensión de jubilado,  su alto salario actual y otras prestaciones. Dice que sabe de Metro, porque ahí ha estado. Si eso fuera cierto entonces ¿por qué suceden tantos accidentes en prejuicio del usuario?

    De esos problemas ya habían advertido varias organizaciones no gubernamentales. Incluso una de ella interpuso una denuncia penal. También de que los miles de sujetadores que se adquirieron no eran útiles porque no eran de la medida requerida. Nada se hizo. Y también se advirtió de la falta de mantenimiento, no sólo en los sistemas eléctricos sino en las instalaciones. Y como no se escucharon esas voces ciertas, entonces el Metro se está cayendo a pedazos.

Cuando el apagón de 14 horas, el gobernador del estado, Samuel García, morado de preocupación, destinó 300 millones de pesos como medida emergente para la reparación. Pero las fallas siguen. Entonces ¿dónde están los 300 millones de pesos? Quizá el ingeniero Gaytán lo sepa. Habría que preguntarle.

    “A diferencia de un viaducto donde hay ventilación natural, en el túnel hay humedad y eso expande el acero y el acero desprende el concreto que se encuentra debajo, esa es la razón”, pontificó Abraham Vargas, el director tapatío del metro regio. Entonces, el razonamiento obligado es: si hay humedad entonces hay agua. Pos no que no hay agua, que hay una seguía peor que la del Sahara. Además, esos factores están contemplados en solución desde la construcción de las líneas. 

     Hay decenas de vagones el Metro varados. Unos porque no cabían en las vías. Su compra fue inútil y no se regresó el dinero. Ahora, en el colmo de la inocencia, lanzan una licitación ¡para comprar refacciones! Y esa compra tardará 9 meses. Pos sí, de China pacá hay alguna distancia.

    Para nadie es desconocido que Jorge Arrambide, el primer director del Metro, en tiempos de Jorge Treviño Martínez, está agazapado atrás de las decisiones que se toman en el Metro, sobre todo en adquisiciones, compras y sueldos. Y Jorge Arrambide permanece camuflado bajo la protección de Fernando Elizondo Barragán, el siniestro personaje que mueve los hilos del poder, de la política y del dinero. 

Para nada el beneficio de los usuarios. 

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