dom. Jun 4th, 2023


Óscar Tamez
 
Ciudades como la megalópolis de Monterrey donde se fusionan más de 12 municipios y el conductor no sabe cuándo sale del territorio de una municipalidad y entra a otra; padecen caos vial invariablemente.
Según datos de El Horizonte del 22 de julio del 2021, en Nuevo León circulaban más de 2,500,000 automóviles; actualmente la cifra debe rondar los tres millones de vehículos, más todo el parque vehicular flotante.
Hay un vehículo por cada dos habitantes, incluidos los niños, agregue el transporte público y entonces se explica parte del caos que vivimos como ciudad.
Hacia donde no volteamos es a nuestra cultura como conductores, en opinión personal, aquí es donde radica el mayor problema de la movilidad en la metrópoli regiomontana, somos pésimos conductores, pero como buenos mexicanos, queremos responsabilizar a otros de nuestras fallas y el villano favorito es el gobierno.
No se entienda que se exonera a las autoridades en la responsabilidad que les compete, significa que, en una reflexión seria, el mayor compromiso queda en nuestra pésima cultura vial.
Veamos casos prácticos que muestran la forma en la cual conducimos. Muchos lo hacen como si estuvieran en el Nintendo, Atari o Xbox, como si manipularan el volante de un simulador en el cual pueden chocar cuantas veces quieran pues tienen vidas extras. Conducen a velocidades de autódromo con pericia de juegos mecánicos, una combinación mortal.
Esto se complica más pues conducen en avenidas con obstáculos: los antagonistas. Conductores quienes viajan en extrema baja velocidad por los carriles de media y mayor velocidad en las avenidas. Agreguemos un nuevo reto, los imprudentes quienes circulan leyendo o escribiendo textos en el celular.
Existe pésima educación vial, no he podido comprender, por qué todo mundo desea ir por el carril izquierdo en las avenidas con dos o más carriles, es un absurdo poco racional y nada inteligible para este opinador.
Si usted circula por Pino Suárez, Constitución, Garza Sada o la carretera Nacional, la cual, al menos hasta el Álamo es extensión de Garza Sada, reflexione: ¿por cuál carril se avanza más rápido, ¿cuál está más libre de autos y cuál más saturado? Sin duda su respuesta es que el carril derecho, el de baja velocidad está solo por largos tramos, mientras el izquierdo, el de alta o para rebasar, está saturado con autos muy por debajo de los límites permitidos o los cordialmente aceptados.
Urge entender que no conducimos para nosotros, al hacerlo somos parte de un conjunto, debemos cuidarnos y cuidar al entorno, conducir pensando en nosotros y en quienes se encuentran al frente, atrás o los lados.
Adolecemos de cortesía vial. Si alguien atrás desea pasarnos, lejos de cambiar al carril de la derecha, le obligamos a que sobrepase él por el carril derecho.
En la ciudad es un acto cavernícola cambiar de carriles, se hace “a la brava” o no hay cambio. Cohabitan quienes no ceden el paso a aquellos que lo solicitan por cambio de carril, junto a otros que son “gandallas” y se meten en las filas de los retornos.
Conducimos como el mejor acróbata, con una mano al volante, otra en la palanca de cambios o el radio y la otra mano en el celular texteando, el único inconveniente es que sólo contamos con dos manos… ¡o menos!
No pueden faltar las selfis, los videos “informativos” y el acto intrépido como reportero ciudadano donde detenemos la marcha en algún accidente para rescatar la imagen que nos lleve a la fama en redes sociales.
Junto a las acciones de la autoridad, urge que reflexionemos sobre nuestra cultura vial, eso abona a la movilidad.
 

Por Admin

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