jue. Mar 28th, 2024

Óscar Tamez Rodríguez

La expresión coloquial ¡aguasss!, se utiliza con frecuencia ente los regios como una expresión de advertencia, equivale a advertir de un riesgo, peligro, accidente, un momento inoportuno, hasta prevenir sobre alguna persona poco o nada confiable.

¡Aguasss!, se advierte que pueden llegar fuertes lluvias para Nuevo León en días próximos y con ellas la crisis vial, de inundaciones, con víctimas que pueden perder patrimonio o sus vidas.

En la columna “Política e Historia” previa ¿Por qué no tenemos agua?, señalé como uno de los problemas, el crecimiento de la mancha urbana. La realidad es que ahí se centra el principal factor del problema que se ocasiona con el agua en Nuevo León y en especial dentro de la zona metropolitana de Monterrey.

El problema del agua es cuando llueve y cuando no llueve. Cuando llueve porque corre e inunda, la presencia de montañas y suelos inclinados provoca que las lluvias fuertes o abundantes conviertan en «rápidos» las calles y avenidas. 

Es tanta la fuerza del agua que arrastra carros y destruye pavimento en las zonas de ladera, en las áreas bajas forma lagunas provisionales, donde hubo arroyos o ríos se vuelve trampa mortal, así es el problema del agua de lluvia; vaya, a tal grado que los comunicadores del pronóstico en el clima le llaman “mal tiempo” a las lluvias intensas, como si llover fuera malo.

Cuando escasea la lluvia se vive lo actual, desabasto en los hogares, sequía en las llaves, rapiña y especulación en los precios del agua embotellada.

El origen de muchos de estos males es la sobrepoblación en hacinamiento. Vivimos el 90% de los nuevoleoneses en una megalópolis amontonada.

Si bien la sequía es generalizada, en las zonas rurales el impacto es menor en los hogares, su afectación es en la agricultura y ganadería, pero en la actualidad, no es crisis seria en el consumo humano, esto confirma la sobrepoblación concentrada a la que me refiero.

Tan urgente es invertir en infraestructura que garantice el agua para los regios (habitantes de al menos 12 municipios conurbados), como establecer políticas públicas en materia de planeación en el crecimiento urbano.

Es imperativo que se detenga la construcción de decenas o quizá cientos de fraccionamientos autorizados hace uno o dos años por los gobiernos, junto a esto, impedir nuevos desarrollos de vivienda en rededor de la mancha urbana.

El crecimiento en la megalópolis es desordenado, corrompido, pensado a partir de la inversión económica y no en función de los derechos humanos de los habitantes, menos en su calidad de vida.

Si actualmente, con una sequía no extrema traemos crisis del agua para la población, a medida que crezca horizontal y verticalmente la vivienda, crecerá con ella la demanda del suministro del agua y la crisis.

La solución no se concentra en nuevas presas o trayendo agua de otras zonas; eso es una acción remedial; lo necesario son estrategias preventivas y éstas pasan por detener el crecimiento de fraccionamientos y edificios en rededor de la urbe regia.

Urge un protocolo para la aprobación de nuevas colonias y edificios donde se contemple la capacidad de obtener servicios como agua, luz, gas, drenaje, transporte, internet y otros, sin afectar el entorno.

Al mismo tiempo, que los nuevos espacios no sean invasivos con la naturaleza. Con circular por la carretera nacional podemos observar cuántos cerros o lomeríos han desaparecido para dar paso a edificaciones en proceso y cuántas cañadas han sido rellenadas con hasta dos o tres metros de relleno.

¡Aguasss!, el problema del agua se resuelve planeando no con parches como solución.

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