mar. Abr 16th, 2024


Óscar Tamez Rodríguez
 
El personaje central en la construcción del sistema político mexicano republicano, democrático y liberal es Benito Juárez.
En esa simplificación de la historia donde Maximiliano de Habsburgo representa al sector conservador, Juárez es representativo de los liberales. Sin embargo, los hechos entre 1861 y 1880 no pueden reducirse a liberales vs. conservadores, la razón es sencilla, no fue así como se dieron los acontecimientos.
En esa etapa conocida como la instauración de las leyes de reforma, pasando por el segundo (que es tercer) imperio y la república restaurada, participan al menos cuatro grandes pensamientos políticos. Por un lado, los liberales republicanos demócratas, en otro, los liberales republicanos monarquistas, junto a ellos, los monarquistas absolutistas y entre ambos bandos, saltando de uno a otro, el grupo de los pragmáticos.
El noreste mexicano se caracterizó por tener liderazgos políticos fuertes y hábiles, es el caso de Santiago Vidaurri, gobernador quien logra se unan en la Constitución de 1857 los estados de Nuevo León y Coahuila, controlando así gran parte de la frontera con Texas.
La guerra entre liberales y conservadores, delimitada en forma transversal entre los años de 1861 y 1867, concluye con la muerte de Maximiliano y días después, la de Vidaurri.
Sin liderazgos firmes en el bando de los republicanos monarquistas, aniquilado el absolutismo y mermados los liderazgos regionales del noreste, los liberales demócratas quedan en control de las instituciones políticas.
Muchos de los liberales quienes participaron en la reforma ya habían muerto para el momento en que se instala el gobierno republicano en la capital con Juárez al frente. Esto implica que, a partir de la reelección del presidente en 1868, será el grupo de los liberales ideólogos quienes ocupen los puestos de mando, dejando en Porfirio Díaz la figura a destacar como relevante en el ámbito militar, con el contrapeso principal de los generales Mariano Escobedo y Sóstenes Rocha.
Los tres militares liberales republicanos, sin embargo, Porfirio Díaz no pudo evitar inconformarse con las decisiones de Juárez en 1871 y Lerdo de Tejada en 1876 para reelegirse en la presidencia de la república, respectivamente.
En la rebelión de Tuxtepec emprendida por Díaz en 1876 será primeramente derrotado por los militares leales a Lerdo de Tejada (Escobedo y Rocha). Sin embargo, su golpe de Estado triunfará, asumiendo la presidencia de México el 23 de noviembre de 1876.
En esta disputa entre liberales vs. liberales, los partidos de la época se dividen, por un lado las logias masónicas del rito nacional mexicano, en el cual participan Lerdo de Tejada y Sóstenes Rocha; por el otro, el rito escocés al cual pertenece Díaz. Obvia decir que terminará el dictador extinguiendo al rito nacional mexicano durante su mandato.
El líder de los masones opositores a Díaz fue Ignacio Manuel Altamirano, sucesor del llamado nigromante, Ignacio Ramírez Calzad; a su exilio y posterior muerte el liderazgo lo asume el general Sóstenes Rocha quien sirvió como puente para extinguir a este grupo, dejando la política en manos de Porfirio Díaz y su estrategia denominada La Gran Dieta.
La Gran Dieta fue una estrategia centralista, útil para tener el control de las grandes logias masónicas en cada Estado, en Nuevo León, Bernardo Reyes reusó al principio, pero en 1905 forma la Gran Logia.
En síntesis, sin conservadores, los liberales disputarán el poder y se dividirán en centralistas o federalistas, sumando los centralistas a los exmonarquistas… pero eso, eso es otra historia.
 

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