jue. Mar 28th, 2024

Óscar Tamez Rodríguez
Según el INEGI, en México habitan 23.2 millones de personas con tres o más años que se autoidentifican como indígenas, la fuente establece que corresponde al 19.4% de la población total del país en ese rango de edad.
Destaca que el promedio de habitantes en los hogares indígenas es de 4.1 personas, lo cual significa que promedian dos o tres hijos en los matrimonios (defino como matrimonios cualquier forma de relación de pareja).
Según la ONU el 9 de agosto es el día internacional de los pueblos indígenas para sensibilizar sobre las características de esta población y los retos en materia de desarrollo y derechos humanos.
Al estratificar por sexo, la población es similar a la del país, 51.4% mujeres y 48.6% hombres. Del total de los 23.2 millones de autoidentificados como indígenas, sólo 7.1 millones de ellos (30.8%) hablan una lengua indígena o prehispánica, pareciera que no es de interés en ellos hablar su lengua nativa.
El náhuatl es la lengua más hablada de las 68 identificadas en el país, seguida por el maya y el tzeltal. Es el náhuatl la lengua predominante en el noreste mexicano.
Aunque Nuevo León se encuentra entre las entidades con menos hablantes de lenguas indígenas, su población es mayor que en Zacatecas, Guanajuato, Aguascalientes y Coahuila.
Este dato es relevante, Nuevo León junto a Tamaulipas son las entidades identificadas como no poseedoras de poblaciones indígenas nativas, es decir, su población es migrante de otras entidades, aun y cuando hoy nazcan en tierras nuevoleonesas, los orígenes de los indígenas es otra entidad del país. Esto debe ponderarse pues Guanajuato, Zacatecas y Aguascalientes sí tienen población indígena nativa y sin embargo, tienen menos población hablante.
Los datos explican en sí mismos por qué del crecimiento poblacional indígena en las entidades del noreste, migran huyendo de la marginación.
Las políticas públicas implementadas durante décadas terminan por fomentar la marginación y la exclusión de los habitantes de pueblos originarios, su desarrollo y oportunidades son menores con respecto al resto del país.
No se trata de politizar el tema, es urgente que la sociedad entienda la riqueza cultural existente en esas poblaciones y se promuevan programas que impulsen el arraigo y permanencia cultural de habitantes.
Dejemos de ver a las comunidades indígenas como un museo natural o grupos que deben quedar excluidos del desarrollo tecnológico y económico de otros sitios, de no hacerlo seguiremos, como nación, expulsando de sus tierras natales a los indígenas, con la conllevada pérdida de identidad.
Las políticas públicas deben incluir el rescate de la cultura originaria con la inclusión tecnológica, el impulso a empleos sostenibles que no dañen el entorno cultural y medioambiental, así como el multilingüismo que les ofrezca, lo mismo hablar una lengua prehispánica que una lengua internacional a la par que el español.
Mientras nos debatimos si debemos ponderar el multiculturalismo o el pluriculturalismo para proteger las culturas originarias, asumamos dos elementos del debate: Hay aspectos culturales que merecen ser extirpados, como la venta de niñas por una vaca o cerveza. También, que hay una transculturización natural, espontánea y real que se da en los pueblos originarios que produce un mestizaje cultural.
Hoy escuchamos a personas de pueblos originarios, hablar por teléfono celular en náhuatl, vistiendo jeans y tenis de alguna marca extranjera. Esto es transculturización.
La transculturización se da y seguirá dándose con o sin protección al indigenismo.

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