jue. Mar 28th, 2024

Óscar Tamez Rodríguez

En mayo de 2014 el Congreso local de Nuevo León emitió el decreto por el cual se designa el 18 de octubre como el día del historiador nuevoleonés, con lo cual cobra visibilidad este grupo de académicos.

La fecha es emblemática, corresponde al natalicio de Fray Servando Teresa de Mier Noriega y Guerra, regio quien fuera un polémico clérigo y excelente pensador liberal de su tiempo.

Fray Servando o Padre Mier como mejor le conocemos los regios fue el nuevoleonés más destacado en el proceso de la lucha por la independencia nacional.

Para 1810 cuando inicia el levantamiento insurgente, don Servando se encontraba en Europa, donde se mantuvo hasta 1816, fecha en la cual se embarca de retorno a la Nueva España para apoyar, junto a Xavier Mina, a José María Morelos, de quien no sabían había muerto meses atrás, en diciembre 22 de 1815.

Fray Servando no fue un combatiente de las armas, fue un insurgente de la pluma, su obra llamada Historia de la revolución de la Nueva España puede competir entre las primeras escritas sobre esta etapa histórica. Sin duda, el primer historiador nuevoleonés de su época.

No fue su única aportación a las letras, fue un prolífero escritor quien desde España y luego Inglaterra, escribió artículos periodísticos de tendencia liberal, en favor de la emancipación de América y en pro del republicanismo democrático.

En Cádiz estuvo cuando se discutió la Constitución gaditana, intentó participar en el constituyente como diputado por el Nuevo Reyno de León pero al no tener las credenciales de acreditación se le negó la representación, lo cual no impidió apoyara a su casi paisano y pariente Miguel Ramos Arizpe con quien queda unido en la historia política de la naciente república federal en 1824.

Reconocer a los historiadores no se trata de un acto por relumbrón, la comunidad necesita de quienes recreen, revivan, rescaten y escriban la memoria del pasado y presente. La función del historiador es recuperar esa información de trascendencia con un criterio objetivo, confiable y veraz, es decir con un proceso metodológico-científico.

Nuevo León, como todas las sociedades del mundo, requiere de sus historiadores, los profesionales de archivos, documentos, rescate de objetos tangibles y todo aquello demostrable que permita conocer y comprender alguna etapa de la historia.

Se debe entender que la historia no significa per se como el estudio del pasado, historia significa indagar o averiguar los acontecimientos de un espacio en el tiempo; se ha interpretado que ello se refiere al pasado, el asunto es que definir el pasado como espacio de tiempo no es tan fácil como pensar en viejo, añejo o de antaño; el pasado es este escrito horas antes de ser leído, el pasado es terminar la lectura de la columna Política e Historia.

Hay pasados remotos y cercanos, así que el historiador debe investigar con método demostrable el pasado, el lejano y el cercano; para eso existen los historiadores, para describir sucesos en apego a la verdad, lo más alejados de los dogmas y la subjetividad.

Enrique Moradiellos escribe en “El oficio de historiador” que el “primer acto del historiador es descubrir, identificar y discriminar reliquias que pasarán a ser pruebas o fuentes documentales primarias sobre las que levantará su relato”.

Para Moradiellos la labor del historiador no se reduce a develar o describir hechos; “su tarea consiste en la construcción de un pasado histórico en forma de relato”, agrega que la verdadera labor es interpretativa con apoyo de la hermenéutica. “El relato del historiador no puede ser arbitrario sino que debe estar justificado, apoyado y contrastado por las pruebas que existen al respecto”.

Una sociedad donde la productividad y la inmediatez nos consume, demanda de sus historiadores para recrear y construir la historia, la pasada y la del futuro, la que leerán las siguientes generaciones.

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