jue. Mar 28th, 2024


Óscar Tamez Rodríguez
La masonería llega a México a fines del siglo XVIII y arriba como institución politizada en favor del republicanismo.
En atención a quienes preguntaron, luego de leer la columna publicada el martes 31 de enero de 2023, por algunos masones quienes trascendieron en la política, comparto:
Existe el debate sobre si la masonería (institución) participó en las revoluciones del país (independencia, restauración de la república y revolución), si controlaron la política nacional y si existe un complot por conquistar el poder. A estas preguntas mi respuesta como estudioso de la historia en el tema es que no, con la salvedad que es la organización de la masonería quien favorece el cultivo de los primeros partidos políticos en México y abandera la democracia representativa.
En Francia, España, Italia y otros países como Grecia, la masonería sirvió como catalizador para acrecentar las ideas republicanas y de democracia frente a las monarquías absolutistas.
Ese pensamiento arriba a la Nueva España y rápidamente se expanden sus ideas de libertad, igualdad y justicia (valores que posee la democracia representativa vigente a nuestros días) entre una clase media integrada por criollos y mestizos con algún grado de desarrollo.
Así surgen los brotes independentistas novohispanos que se concretan gracias a Napoleón Bonaparte, sí gracias a la conquista francesa sobre España en 1808 y con la cual, se viraliza el pensamiento liberal en agrupaciones de librepensadores. Se acrecienta en las logias españolas el debate sobre las ideas de libertad e independencia y se expande a América.
La masonería, derivado de sus leyes, no participa en política ni en debates religiosos, por consiguiente, la institución no necesariamente liderará las acciones insurgentes en España, pero sí sirve de cobijo a libertarios gracias a sus códigos y exigencias para garantizar la secrecía de sus trabajos.
Así surgen agrupaciones altamente politizadas y ligadas a la masonería, otras sin estar vinculadas pero que copian sus códigos de participación y que se les denominará “agrupaciones paramasónicas” ya que pueden o no estar integradas por masones pero conservan mucho de sus protocolos de pertenencia.
En México durante la insurgencia de 1810-1821, hubo un grupo secreto que apoyó y financió la causa insurgente: “Los Guadalupe”. Entre ellos sobresalen Andrés Quintana Roo, Leona Vicario, José María Fagoaga Rentería, José Miguel Guridi Alcocer y Juan Bautista Raz y Guzmán; todos son personalidades de la sociedad económica y política novohispana.
No significa que estas personas fueran o no masones, ni que la masonería estuviera detrás de ellos, sino que hombres y mujeres de “Los Guadalupe” estaban convencidos del pensamiento liberal y republicano democrático.
El historiador de la masonería, José María Mateos en 1884 incluyó como masones a Miguel Hidalgo y Costilla e Ignacio Allende, otros han señalado a José Ma. Morelos; investigaciones recientes demuestran que ninguno lo fue.
Hidalgo y Allende a quienes se les vincula con una logia ubicada en la ciudad de México y en la cual participaban liberales como Primo de Verdad y Miguel Domínguez, el esposo de la corregidora; se descartan por las fechas y la imposibilidad de prueba alguna sobre su participación.
Menos posible el caso de Morelos que si bien fue un gran ideólogo de la insurgencia por su pensamiento liberal, no fue iniciado en la masonería ni se conoce su participación en “Los Guadalupes” con quienes se relacionó.
Fray Servando y Xavier Mina son otro caso. Es hasta 1820 que hay masones en la política nacional.

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