Gerson Gómez
Preferimos por mucho a Jerry Springer, Maury, Carmen Salinas y hasta Laura Bozzo. La telebasura nos hizo escribir el ensayo El Circo de las Criaturas Malignas, publicado en varios periódicos, en la página editorial. Compilado en el libro Hemisferio de las Estaciones y Crónicas Perdidas.
Marshall McLuhan, el Homo Videns y hasta el Ciudadano Kane, nos han mostrado la decadencia de la reality teve.
El retorno del Big Brother llega a destiempo. Hasta Rod Searling, jefe supremo de las fuerzas armadas de la imaginación de la Dimensión Desconocida, dedicó capítulos al exorcismo de las fuerzas del mal de los comunicadores.
Exponer al caldo de cultivo del siglo XXI, donde los personajes tan disímbolos, pasan de la masculinidad irracional, el virrey de la ciudad de mexico, los paupérrimos ejemplos del travestismo y de la comunidad LGBT.
La televisión va de salida. No puede competir con la elegancia, rapidez e impacto fulminante del internet. Ni siquiera la radio, los teatros, el cine, y cualquier manera de comunicación social.
El periodismo está destinado, por lo menos el impreso, a la desaparición física. Los ratings de las frecuencias de la mal llamada Casa de los Famosos, concentra a quienes poblaron con escenas de pudor y liviandad, los años finales del siglo anterior.
La telebasura de las criaturas malignas mexicanas no aporta absolutamente nada. Ni siquiera el chascarrillo barato. Sus promotores excluyeron al natural indigenista, al morenaco, al vendedor de semillitas en la playa de Tampico.
Habría sido divertido ver al Grillo Sada, al señor De la Madrid, a señor Domitt y hasta los hijos de Andrés Manuel.
Diviértanse. La realidad se mide en gigas de bajada. No en señales por HD o antenas publicas televisivas.