Gerson Gómez
Su estirpe pertenece a los ladinos. Desde las juventudes en el Revolucionario Institucional. Ha hecho fortuna, amistad fuera del presupuesto es un error.
Con seguridad, a menos de expulsión de facto, labora ahora con el gobierno de Tamaulipas como vocero de seguridad.
Doctor en Educación, Jorge Cuéllar Montoya, originario de Matamoros, avecindado por años en Nuevo León, ha crecido de la mano del grupo de Polo Espinoza, Felipe Enríquez, Abel Guerra Garza y Clara Luz Flores Carrales.
Como presidente municipal del comité del PRI, perdieron la mayoría de las elecciones. Menos, donde quedó como regidor. Sin mucha espuma por levantar. Los dictámenes se aprobaban de facto.
Jorge es humanista también negociante. Con patente corsaria, sin experiencia en la materia de la seguridad. Ha pedido el destierro de los cantantes y las melodías bélicas. Sus argumentos, simplones y sensacionalista, donde todos los días la derrama de sangre, no para de fluir en una herida nacional.
Tal vez en la formación de cuadros, de MORENA o sus cercanos, no existe personal capacitado. Lo dudamos. También fue Delegado de la representación de la Secretaría de Educación en Nuevo León, en los primeros meses del gobierno de López Obrador en la presidencia.
Jorge sobrevive entre sus señoriales contactos. Priista al fin. Sin pertenecer al grupo de Natividad, Rodrigo, Cienfuegos y Adrián.
Sus frecuentes tránsitos a la isla de Cuba pueden y lo son, el único cable de unión con las ideas liberales y democráticas.
Por lo demás, Jorge es la avanzada de Clara Luz y Abel Guerra. No como hábil constructor de redes ciudadanas o simpatías. Su incondicionalidad en los negocios comunes pesa.
Saca ventaja, frágil, para una vida de simpatizante de izquierda. Cobrando en todas las oportunidades, de mostrar músculo político, arrastre, de sus patrones, los desarrolladores inmobiliarios.