Raúl Guajardo Cantú
Hoy hay gente sorprendida porque muchos migrantes extranjeros se quedan a trabajar en Monterrey y otros tantos mexicanos llegan a la ciudad en busca de una vida mejor para ellos y sus familias sin los riesgos de llegar ilegalmente a Estados Unidos.
El fenómeno, sin embargo, no es nuevo, ya desde hace años la tasa de natalidad en el estado ha venido a la baja, no alcanza a ser suficiente para que la población nativa crezca, sin embargo Nuevo León continúa con su crecimiento poblacional, precisamente debido a la migración.
Nuestro estado es un imán para los migrantes porque crece económicamente gracias a los empresarios locales y a que llega inversión extranjera, esto desde antes del nearshoring, de ahí que no sea extraño que hoy seamos el tercer estado en este rubro y que seguramente cuando se mida este nuevamente hayamos subido en ese ranking.
El hecho de que hoy se haga más visible la migración se deriva de la crisis que vive el país en ese aspecto, debido a la gran cantidad de personas que buscan llegar a Estados Unidos y que deben transitar casi de forma obligada por las principales rutas hacia ese país, una de las cuales pasa por Nuevo León y específicamente por Monterrey. No debería de asombrarnos que así sea.
Es cierto que no hay ciudad en el mundo que esté preparada para recibir las olas migratorias, como la actual, cuando estas se presentan, sin embargo, siendo ya varios los años en los cuales miles de personas de distintos países transitan por el nuestro, y por nuestras ciudades, quizá las autoridades ya deberían haber aprendido la lección y en coordinación con las distintas organizaciones de la sociedad civil, apoyar a estos hombres, mujeres y niños que van en busca del llamado “Sueño Americano” a fin de que no se transforme en una pesadilla.
Una forma de hacerlo es “vender” el sueño regiomontano, el cual han impulsado algunos empresarios al contratar migrantes de otros países para que se queden aquí, otra forma sería generar infraestructura necesaria para los requerimientos futuros en ese aspecto.
No olvidemos que la migración es necesaria en estados y ciudades como las nuestras, donde la oferta de trabajo supera la demanda.
El sueño regiomontano es hoy, tan valioso y menos riesgoso, que el “American Dream”.