Gerson Gómez Salas
Bombas. Trampas. En el juego de la guerra fría. La historieta pop de humor negro norteamericana, MAD, funcionó como espejismo de la época.
Sus lectores, lunáticos especializados en la risa compleja, pasan de generación. Incluso en la era digital. El valor de las impresiones ya alcanza el título de culto.
Personajes como el juego de espías, dos urracas con traje negro y blanco, para simular la belleza o el ingenio de la ruina social.
A esa calaña de inadaptados colocamos al gobierno hebreo de Jerusalén y el movimiento islámico Hamas, en los territorios cada vez más pequeño de la Franja de Gaza. Golpear, herir, acometer. Le continúan al llano de sus muertos.
Inmolarse, estallar, del gatillo de las armas automáticas. Rabia contra miseria. Ley del talión o ley del monte.
Laboratorio complejo en la dispersión de lo correcto y lo crudo. Quien agravia son los celos. Alimento de fábula. Los libros santos de sus devocionales llaman al exterminio. Uno del otro. Spy vs spy.
Pasan del blanco al negro. Intercambian la tonalidad de sus intenciones. Los sepultureros enriquecen como aves rapaces y de las tempestades.
Solución a corto plazo. Ninguna. Las treguas solo funcionan de aduanas, para reacomodar a los seres humanos desechables. De ambos lados de la frontera de hormigón.
Allá van ellos. A su Armagedón de bolsillo. Nosotros, al terrible Apocalipsis.