Gerson Gómez Salas
Desde el envío la emotividad. Cada una de las páginas expresan el sentir. Incluso en los mercados los llamados “evangelistas”. En escritorios con la maquina de escribir. Para quienes llegaron a la ciudad. Desconociendo el leer y escribir. Dictados al mecanografista. Siempre agregando sensatez, dulzura y nostalgia. La llegada al ejido o a la comunidad era motivo de reunión familiar. Quien conocía el alfabeto descifraba la lectura en plenaria.
Muchos de los poetas del siglo pasado enamorados pasaron a la posteridad por sus misivas. Narradores del boom latinoamericano intercambiaron opiniones con sus pares.
Llevar a la oficina de correos. Adquirir el sobre. En el pesaje de la báscula te dotaban los timbres postales. Pagado. Ir a la zona de buzón. Entrada nacional o internacional.
Si bien iba el envío en quince días llegaba. Otra cantidad igual del calendario para obtener respuesta. Desde la antigüedad, incluso los apóstoles del cristianismo en la época primitiva lacraron los dictados de la conciencia moral y la ética del momento.
Desde la prisión San Juan en Patmos dio rienda suelta a las visiones más terribles de la humanidad por venir.
Para ser tomadas en cuenta según la fe. Esas señales antes del fin.
El género epistolar continua vigente. Reconocemos la letra del depuesto super policía mexicano preso en los Estados Unidos de América.
En cinco páginas trata de hacer un mea culpa del supuesto entramado con los carteles del crimen organizado. Incluso lanza la honda con la palabra vinculante del régimen actual por terminar. Menciona al presidente y a algunos de sus colaboradores cercanos como participantes en activo.
La epístola de García Luna en primera lectura no demuestra inocencia de los cargos, ni del enriquecimiento exorbitante. A Genaro le queda una larga condena por purgar. Señalar sin colocar los puntos finos de sus dichos nada aporta. Narcoestado. NarcoMéxico. Carta a la opinión pública. A destiempo. Desde el país de los Narcoconsumidores. En su narcocelda.