Luz María Ortiz Quintos
Disfrutamos de un mundo lleno de avances en la tecnología, en los aparatos electrónicos, en los sistemas de comunicación, en las redes sociales, etc. Gracias a los avances de la tecnología estamos más conectados con los que están lejos de nosotros, pero, asimismo, nos han alejado de los que están cerca. En la mañanera tenemos un discurso diario que se ha encargado de dividir a la sociedad, se ha convertido en una práctica de moda en todos los ambientes, desde lo político, lo cultural, lo social. El Papa nos invita a vivir sin fronteras. En la Encíclica Fratelli Tutti nos señala: “abrirse al mundo rescatando a los grupos más vulnerables las mujeres, los jóvenes y los más pobres, cuidar al mundo que nos rodea, es cuidarnos a nosotros mismos, la falta de hijos provoca un envejecimiento de las naciones, así como olvidar a los ancianos dejarlos en la soledad. Esto mutila y empobrece a las familias”. Nos invita a vivir en la esperanza, independientemente de las circunstancias adversas en que se vive. Ser solidarios con los demás ante las situaciones injustas por las que pasan, por ejemplo: vemos en la calle que asaltan a alguien y hemos perdido ese espíritu de empatía, solidaridad y compasión. Menciona el Santo Padre que estos son los síntomas de una sociedad enferma, que busca construirse a espaldas del dolor. Nos pide recomenzar cada día, ya que, es una nueva oportunidad. Vivir como valor único el AMOR; pues este valor nos permite desarrollar la práctica de acciones que nos permiten desarrollar los hábitos que se convierten en las virtudes. Virtudes como la fortaleza, la sobriedad, la laboriosidad. En esta encíclica, el Papa Francisco aborda todas las aristas, todos los involucrados y nos lleva a replantearnos lo que hasta hoy vivimos, damos y dejamos de dar a nuestros hermanos; la escucha, el respeto, la convivencia que nos permite vivir en una amistad social, una fraternidad. Reconoce la importancia del amor como el motor de las acciones que una persona realiza en favor del prójimo. Hacer vida el evangelio, llevar la esperanza a todos sin distinción, sin discriminación. Poner al centro a los grupos que han sido relegados: las mujeres, los jóvenes, los más pobres, etc. Es solo entonces que, salir de lo particular a lo general podemos hacer una nueva comunidad. La única manera es saliendo del individualismo y entrando al colectivismo. Empezar en lo personal, mejorar la autoestima, la confianza, la seguridad, para posteriormente comenzar a formar ambientes en cada hogar, cada familia, y en todos los grupos de la comunidad; escuela, trabajo, puesto a que cada lugar es una oportunidad de encuentro con el otro. El valor del amor y la amistad requiere práctica diaria, no solo un día. Sí, qué bien que se tengan expresiones distintas o especiales, pero que no sea solo un día comercial. El amor no es un objeto, es una fuerza. Y la amistad es un valor invaluable. Comprometámonos a poner en práctica el valorar la amistad y el amor, para generar ambientes de respeto y armonía.