Luz María Ortiz Quintos
Bravo, bravo, bravo; absurdo me parece que tengamos que aplaudir a alguien, quien quiera que sea, por cumplir con su deber. Cumplir con el trabajo para el cual devenga un sueldo y prestaciones. Absurdo que hasta les tengamos que dar las gracias y ver como héroes a los legisladores de Nuevo León por el rezago en su trabajo. En fin, gracias a Dios, ya negociaron sus respectivos intereses, para que a “Nuevo León le vaya bien”. Y en este ambiente de celebración y aplausos, mi reconocimiento a la invaluable labor, entrega, sacrificio, de millones de padres de familia, que en el anonimato se pasan la vida entre deberes y preocupaciones para sacar adelante a su familia, aquellos padres de familia que sin grandes sueldos le dan a sus seres queridos una vida digna y honesta, a las madres que se han quedado con toda la responsabilidad de sus hijos, a los adultos mayores que ahora se encuentran solos y abandonados a pesar de haber criado a sus hijos y sus nietos, pero ahora, estos no tienen tiempo para ellos. Reconozco a millones de ciudadanos que viven al día, que pasan carencias, necesidades, preocupaciones y siguen sin desfallecer adelante, cumpliendo con su deber. Felicito a millones de personas de todas las edades, que no son reconocidos, pero que son personas de bien, que son la base de la pirámide social, las grandes mayorías, que construyen sociedades con bases firmes en una cultura de trabajo, esfuerzo, compromiso y dedicación. A usted, estimado lector, bravo, felicidades por cumplir con su deber, aunque no publique en sus redes que se tuvo que desvelar por trabajar, o por cuidar a su hijo enfermo, porque estuvo en vela con su familiar en un hospital, o por el dolor irreparable de la pérdida de un ser querido. Cuando las percepciones dominan las sociedades, caemos en frivolidades sin bases ni fundamentos. Las cosas no siempre son lo que parecen, pero apelo al discernimiento y sentido de conciencia del bien y la verdad.