Luz María Ortiz Quintos
Los valores no pasan de moda En muchas reuniones, el tema de conversación ha sido la infidelidad que quedó expuesta ante millones de personas: la del CEO y su colaboradora, ambos pertenecientes a una reconocida empresa de tecnología, durante un conocido concierto. La relación extramarital, probablemente ya era del conocimiento de personas cercanas a los involucrados.
Lo que jamás imaginaron fue que su audacia para exhibirse en público no solo los haría ser descubiertos por desconocidos, sino también por sus propias familias, lo cual resultó aún más delicado.
Las reacciones ante la exposición de su infidelidad fueron inmediatas. Durante el mismo espectáculo se les cuestionó si habían sido descubiertos in fraganti. Las redes sociales no tardaron en llenarse de opiniones al respecto. Me llama la atención cómo, a pesar de vivir en una sociedad moderna y con nuevas ideologías, la infidelidad sigue siendo rechazada y socialmente condenada.
Ambos están pagando un alto precio. Al arriesgarlo todo, lo perdieron todo. Como una apuesta mal calculada. Dos familias quedaron públicamente expuestas y afectadas, tanto moral como económicamente, ya que ambos, al ser colaboradores de la misma empresa, fueron despedidos.
Los valores se viven en conjunto. Una persona no puede ser fiel si no es, al mismo tiempo, leal, íntegra y honesta.
Hoy en día, los reclutadores de talento no solo analizan la experiencia laboral de los candidatos; también revisan sus redes sociales y su reputación moral, especialmente en sectores donde los valores éticos son fundamentales.
Este caso, que se viralizó y llegó a personas de diversas edades, culturas y creencias, dejó en evidencia un aspecto importante: la solidaridad de la sociedad ante el dolor de las familias afectadas. Se valoró a quienes fueron víctimas de la traición: los cónyuges, los hijos, las familias.
Los antivalores como el egoísmo, el individualismo y la infidelidad no distinguen nivel económico, académico o social. Los valores se aprenden principalmente en casa y, sobre todo, con el ejemplo. Sin embargo, incluso cuando no se cuenta con buenos referentes, hay personas que, con un mayor nivel de conciencia, eligen no repetir los patrones que los lastimaron. Muchas de ellas se convierten en mejores seres humanos y logran vivir con armonía, plenitud, felicidad y paz.
La persona que vive con valores es la más beneficiada: transmite tranquilidad, serenidad y libertad a su entorno.
Que esta experiencia nos lleve a la autorreflexión, a cuestionarnos con honestidad y a medirnos personalmente. Como dice el refrán: ¿vives con valores, o te vale?