Gabriel Contreras
Adán Augusto López Hernández es un hombre templado a base de golpeteo, decisiones ambiciosas y una ruta política que hoy prácticamente carece de oposición. Su nombre, ciertamente, está ligado no solo a los destinos de miles de tabasqueños, sino que en los últimos años ha ido adquiriendo visibilidad, peso e influencia hasta el punto de volverse prácticamente intocable.
Pero la suerte de Bermúdez Requena no ha sido ni la misma ni similar. Todo lo contrario: al titular de seguridad del Estado de Tabasco le ha tocado bailar el peor de los bailes y con la más fea, cosa que podría llegar a convertirlo en un auténtico chivo expiatorio en esta coyuntura, en la que los perfiles de García Harfuch y la Presidencia de la República están adquiriendo un papel protagónico, y digno de la pericia de un cirujano. En las acciones de esos personajes, hoy, cada milímetro cuenta.
Tendrá Bermúdez acaso la posibilidad de escapar por algún lado? O su destino será sencillamente el de convertirse en el tambo donde la Cuatro T depositará sus culpas y errores más notorios? Qué sigue?
Nadie lo sabe. Pero mientras tanto sería maravilloso saber qué ocurre adentro del cerebro de los López… López Beltrán, López Obrador, López Hernández…