Eleazar Fuentes Gutiérrez
En México, las juventudes representan aproximadamente el 30 % del padrón electoral. Sin embargo, su participación activa en la política institucional es limitada.
A los pocos jóvenes a quienes nos interesa este ámbito político y buscamos un cambio social en nuestro país, nos seduce la idea de ingresar a un partido que nos dé la oportunidad de crecer y estar en la toma de decisiones. Sin embargo, el peor error que puede cometer un joven interesado en la política es entrar en la partidocracia, especialmente si el partido gobierna. Lo digo sin temor ni culpa, por experiencia propia.
En el sistema de partidos políticos en México, para llegar a algo relevante siendo joven necesitas ser ahijado, hijo, amigo o sobrino de alguien; si no tienes ese vínculo, serás un joven más del montón, iluso esperando una oportunidad, mientras quienes detentan el poder planean cómo seguir manteniéndolo.
Esto sucede con muchos jóvenes en Morena, PRI y otros partidos: tienen apenas 18 o 20 años, recién ingresan a la universidad con el sueño de llegar a la política. Les venden ideología, adoctrinamiento, la lucha por una idea que, al final, resulta igual o peor que las anteriores. A esa edad no entiendes bien y eres más vulnerable: los veteranos políticos, expertos lobos de mar, dicen la frase famosa “yo te voy a hacer”, te hacen promesas incumplidas, te atan al partido y lo defiendes sin rumbo.
Como jóvenes, debemos buscar nuestro propio criterio, generar un análisis y tener una visión realista, no utópica, frente a los manipuladores. Por ello, si estás interesado en la política, prepárate, estudia y desarrolla tu propia idea. Así no te adoctrinarán con ideas irreales, haciéndote creer, por ejemplo, que deben empezar de la misma forma que López Obrador.
Un maestro universitario me dio este consejo: “estás muy joven para casarte con un partido
político”. En ese momento no lo entendí, pero ahora comprendo perfectamente. Me costó
tiempo, esfuerzo, desilusión, traición y preparación tomar una decisión política basada en mi experiencia, y estoy seguro de que esta vez hice lo correcto.
Como apasionado de la política y joven, propongo ser analíticos, coherentes y no dejarnos seducir por el brillo de un supuesto oro que resulta falso. La política es hermosa y es el estilo de vida de muchos, incluyéndome, y aunque no me veo haciendo otra cosa, esta vez la ejerceré sin caer en doctrinas falsas que resultan peores.
