Gabriel Contreras
Ripley, como personaje, es un simulador con nivel de excelencia. Hábil cuando se trata de ocultar una sensación, talentoso para improvisar una mentira tras otra, genial en el ejercicio del pretexto y la falsa explicación.
Su autora, la texana Patricia Highsmith, pone toda la carne al asador en cada giro dramático, y aceita cada diálogo, cada pausa, cada remate. Es definitivamente una máquina de ingeniar.
Hoy, la fuerza de
Hoy, ese personaje se agiganta cuando vemos un gran despliegue escenográfico que retrata a una Italia brillante y mágica en plenos años sesentas…
En fin, que a Ripley hay que verlo para creerlo.