Por Salvador Hernández LANDEROS
Acudir a una fiesta a la que no se es invitado, se corre el riesgo de “salir corriendo como un perro con la cola entre las patas”.
Lamentable, pero eso fue lo que le sucedió al senador por Nuevo León, Samuel García Sepúlveda, quien acumuló otra derrota.
El arrojo y el temple con el cual difunde sus mensajes a través de las redes sociales, se le bajaron, o mejor dicho, se los bajaron los petroleros.
Samuel había mantenido presencia mediática con el asunto de las “Bronco-Firmas”. Daba por hecho que iba a tumbar a gobernador.
Hace dos días, los ministros de la SCJN, le “dieron palo” y le asestaron un golpe demoledor. Se le acabó su campaña de dos años.
El joven senador sabía con anticipación que se le acabaría esa “bandera” y, para seguir vigente, se agarró de la contaminación en la refinería de Cadereyta.
Sin medir las consecuencias, Samuel quiso aprovechar un problema interno de los petroleros. Andar de “huele fiestas”, no es bueno.
Tampoco el “sudar calenturas ajenas” es conveniente. Le salió barato que los petroleros solo dañaron la camioneta en que viajó.
Por su imprudencia, Samuel “se llevó entre las patas” a un compadre que de buena fe le había prestado su camioneta que fue dañada.
También le quitaron una de las placas. Se investigó y resulta que el dueño se llama Miguel Flores, quien desde el 2016, no ha pagado tenencias.
El colmo, es que el compadre de Samuel, es yerno de un alto funcionario de “El Bronco”, a quien el senador ha fastidiado durante dos años. Así las cosas.