Antonio Sánchez Banda
Según diferentes medios informativos, el gobernador del estado, Jaime Rodríguez Calderón aseguró que está evaluando la posibilidad de volver a clases presenciales vía un esquema mixto, según el cual los alumnos asistirían a las escuelas 3 veces por semana y de manera escalonada para que hubiera espacios suficientes y mantener una sana distancia.
Si realmente se tiene en mente volver a clases presenciales en los siguientes dos meses, Rodríguez Calderón estaría desmintiendo en los hechos a su secretario de Salud, Manuel de la O, quien en repetidas ocasiones ha insistido en que es preferible quedarse en casa, guardar una sana distancia y usar cubrebocas.
Dicho argumento ha sido reiterado aún y cuando en el desarrollo de la pandemia de Covid-19 en la entidad, se ha llegado a una especie de meseta, ubicada eso sí, en el pico más alto de la curva alcanzado hasta ahora. Luego de dos semanas en que no han aumentado significativamente los contagios diarios, al menos no en promedio, de la O ha insistido en que no debe considerarse esta condición como un cambio en la situación y que, el quedarse en casa continúa siendo esencial para evitar el riesgo de contagios y no incrementar la movilidad.
Una vuelta a clases presenciales, aún en un esquema como el que ha planteado el gobernador, significará en automático un aumento en la movilidad urbana, aglomeraciones en los transportes escolares, aumento en el número de pasajeros en el transporte urbano y, en mayor o menor medida, aglomeraciones en las entradas y salidas de las escuelas.
Ello, como ocurrió cuando se restringió el horario del transporte urbano, lo cual, presuntamente ocasionó un incremento en el número de contagios y, muy probablemente, en el número de fallecimientos debido al Covid-19.
Por otra parte, existen lineamientos establecidos por la Secretaría de Educación Pública, dados a conocer por el secretario Esteban Moctezuma Barragán, que señalan que el inició de clases presenciales solo se dará cuando y, si, los semáforos de salud se encuentren en verde; entre varios de los requisitos para regresar a las escuelas.
Una vez que se presentara esta situación, el semáforo en verde, los alumnos asistirían de forma tal como lo propone el gobernador, es decir, escalonadamente de acuerdo con los apellidos. Pero además de eso, se establece que una condición para el regreso a clases será la implementación de un proceso de sanitización diario y permanente en todos los establecimientos escolares, donde se habrá de suministrar a las escuelas materiales de limpieza, desinfectantes, gel antibacterial, cubrebocas y demás insumos para la protección tanto de alumnos como de los trabajadores de la educación; asimismo se deberá de garantizar el suministro de agua potable y jabón, además de la obligatoriedad en el uso de cubrebocas para todos.
Si se llevara a cabo la propuesta de Rodríguez Calderón, aunque él mismo ha señalado que hará una consulta muy amplia con los padres de familia y con expertos; la cual creemos será rechazada por una amplia mayoría de la ciudadanía de Nuevo León; se pondría en riesgo no solamente a los alumnos y estudiantes de todos los niveles educativos, sino también a los trabajadores de la educación; los cuales según han señalado las propias autoridades de salud federales, entre el 25 y 30%, presentan algún factor de riesgo y son vulnerables en caso de contagio, debido a que padecen sobrepeso, obesidad, diabetes o hipertensión.
Además de todo lo anteriormente descrito, hay muchas cuestiones logísticas y de carácter presupuestal que habría que solventar, como, por ejemplo, ¿de dónde saldrán los recursos para la sanitización de los espacios escolares? Los cuales deberán ser sanitizados diariamente, ¿o es que acaso se realizará a cargo de los padres de familia y maestros de cada escuela?
Al final de cuentas, pese a lo que proponga Jaime Rodríguez Calderón, no puede simplemente hacer a un lado las directrices normativas que constitucionalmente mantiene el gobierno federal en materia educativa y que son, antes que todo, establecidas por la SEP y no por los gobiernos de las entidades federativas.
Por último, al no contar las escuelas con la infraestructura necesaria para trabajar en este esquema propuesto por el gobernador, hablamos de la posibilidad real de aumento en los contagios entre los alumnos y los trabajadores de la educación, incluyendo maestros, directivos, administrativos e intendentes. Las experiencias de las escuelas de Japón, Israel, Francia y de muchos estados de los Estados Unidos que en fechas recientes intentaron el regreso a clases y a los pocos días tuvieron que volver a cerrar las escuelas por los inminentes contagios que se estaban generando, son lecciones que tenemos que aprender.
¿Quién se hará responsable por los contagios que se presenten? ¿Quién se hará responsable de los eventuales fallecimientos? Y ¿en qué se traducirá esa responsabilidad legalmente, si se llega a tomar la decisión de un regreso a clases presencial?
Ojalá y regrese el sentido común y la sensatez en la toma de decisiones del sector educativo en la entidad.