Por Salvador Hernández LANDEROS
¿Quién va a responder por la muerte de un menor contagiado de Covid-19 en una escuela?
¿A quién se va a culpar? Al gobernador, al alcalde, al maestro, a los padres de familia. ¿A quién?
No hay vacuna contra el corona virus. No hay la certeza de que estará lista en este segundo semestre del 2020. Nada es seguro.
Tampoco hay seguridad de que va a funcionar al cien la enseñanza virtual, en línea o a través de las televisoras. Pero algo se tenía que hacer.
Para los grandes problemas, dicen, grandes soluciones. La solución más sana y segura, es suspender este semestre. ¿Cuál es el miedo?
Por el lado oficial, nadie quiere “agarrar el toro por los cuernos”. Nadie quiere tomar esa decisión porque está en puerta un proceso electoral.
Comprendemos que en muchas familias los padres trabajan y no tienen con quien dejar a los hijos. Otros, pensarán que se quedarán “burritos”.
Si un maestro se contagia, los alumnos estarán en riesgo al igual que otros maestros. Algunos se rebelarían y se suspenderían las clases.
En los salones no se pueden instalar burbujas o urnas plásticas de un metro por metro. Es preferible, un hijo “burrito” y vivito, que en un panteón.
Quién tome la decisión de suspender el semestre, podría llevarse la gloria, pero los políticos tienen miedo.
Los maestros, con las recomendaciones sanitarias, pueden desquitar el sueldo yendo a los planteles para mantenerlos en buen estado.