Por Rogelio Romero
Mientras el escándalo de corrupción por sobornos internacionales más importante de los últimos 10 años sacude a la clase política mexicana, el principal actor de la trama, Marcelo Odebrecht, se encuentra en Brasil tras haber pasado a la tercera fase de su confinamiento judicial que solo le requiere permanecer en casa los fines de semana.
Odebrecht permaneció en prisión del 2015 al 2017, en una celda de la Policía Federal en la población sureña de Curitiba en Brasil, como lo estipula el acuerdo judicial con las autoridades cariocas, tras revelar todo el sistema de corrupción y sobornos en los que estuvo implicada su empresa, así como también en la compañía petrolera estatal Petrobras.
El “arreglo” con las autoridades policiales de Brasil estipula que del 2017 a mediados de este 2020, el alto ex ejecutivo carioca permanecería en su casa de Sao Paulo y podría salir durante el dia y confinado en la noche, lo que la fiscalía carioca denomina “régimen semi abierto”.
La última etapa de ese acuerdo se cumple este año, ya que la justicia brasileña le permitirá salir durante la semana y solo permanecer arraigado en su domicilio durante el fin de semana.
Pero en México el ex director de Pemex Emilio Lozoya Austin parece tener un mejor acuerdo con las autoridades judiciales, ya que no piso la cárcel mientras Marcelo Odebrecht si lo hizo, y hasta hoy su declaración judicial parece ser una guerra mediática entre grupos políticos en busca de preservar o recuperar el poder.
Nadie duda que en México debe combatirse la corrupción y que el fiscal Alejandro Hertz Manero tiene una “joya” de caso en sus manos, pero las constantes filtraciones que se han dado en la prensa mexicana también son muestra de que el régimen que gobierna busca enterrar de una vez por todas, el pasado corrupto en el que ha incurrido la clase política vinculada al PRI y PAN en los últimos 30 años.
Pero que tanto puede contribuir a esto la guerra mediática que se ha desatado? Mientras el presidente Andrés Manuel López Obrador insiste en que es más importante la condena pública y moral a los actos de corrupción cometidos en los últimos 2 sexenios que encabezaron Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto, existen fuerzas políticas dentro del mismo gobierno que quieren que se les llame a declarar para que enfrenten un posible proceso judicial.
Las acciones mediáticas solo causan escándalo y repudio popular a los supuestos corruptores, pero un proceso judicial bien armado y contundente que demuestre por la via del derecho la probable culpabilidad, tiene más valor porque acabaría con algo que millones de mexicanos quieren que ocurra; El fin de la impunidad presidencial en México, la eliminación de la regla no “escrita” en la política mexicana.
Existen similitudes inconfundibles en la forma de gobernar de AMLO al general Lázaro Cárdenas cuando este decidió acabar con el “Maximato” de Plutarco Elías Calles, con un manejo firme para enfrentar a sus adversarios y controlar a una débil oposición a su gobierno.
Las aspiraciones políticas de la oposición mexicana de recuperar o balancear el poder político en el país, parecen diluirse con los escándalos de corrupción que se han desatado.
Y ante una realidad que impera sobre las ambiciones políticas dentro de una sociedad democrática que a sus cuídanos o a la mayoría de estos, no importando la ideología personal que los mueve; el detestar los actos de corrupción y que en el caso mexicano ya llegó a sus límites.
Tal vez Marcelo Odebrecht nunca imagino que la escala de sobornos a políticos de 11 naciones tuviera tantas implicaciones internas, el ya está libre y, lo que fue su empresa se encuentra en manos de un nuevo consejo de administración, además ante los ojos de la justicia brasileña el caso casi concluido.
La Fiscalía General en México se encuentra en un momento histórico importante, esto por el proceso que se sigue a tanto ladrón de cuello blanco que saqueó y llevó al país a la bancarrota.