Lic. María de Jesús Rodríguez
En estos tiempos de pandemia hemos quedado atrapados, sin contacto al que estábamos acostumbrados y convirtiendo nuestra vida cotidiana en virtual, orillando a muchos que su única comunicación sea a través de una pantalla con repercusiones en la vida humana, como daño emocional por el aislamiento, relaciones que se deterioraran por la rutina.
En las redes sociales nos vinculamos tratando de romper con el aislamiento al que nos hemos sometido y que nos ha dejado a la deriva del contacto social. En ese sentido nos vinculamos, abrimos nuestros pensamientos, nuestra intimidad del hogar mostrando nuestro entorno sin tomar postura de la realidad en la cual nos estamos exponiendo.
Hace días llegaron mensajes intimidatorios a una familiar en los cuales se ejercía violencia psicológica. Reflexione en las repercusiones también de su entorno, que tan frágil es la vida privada en las redes sociales, con cuanta ligereza nos involucramos en conversaciones con personas que desconocemos sus vivencias, su cultura o su estabilidad emocional quedando como fácil presa de un acosador, de una persona enferma.
Cuestiono, ¿que medios tenemos para protegernos en el caso desfavorable de ser víctimas de violencia cibernética? ¿Cómo atender esta vulnerabilidad y cómo no dejar invisibilizada este tipo de violación a la intimidad?
Encontré la policía cibernética en Nuevo León, encargada de investigar extorción, amenazas, difamación, fraude, usurpación de identidad, trafico de personas, pornografía infantil, acoso y varios delitos más concernientes a este tema que se genera.
Es importante visibilizar la violencia digital conocida como ciberviolencia; en Nuevo León se aprobó la ley Olimpia que permite ordenar las medidas de protección que necesarias para garantizar el no hostigamiento o actos de acoso.
Esta legislación busca el derecho a la intimidad y el ejercicio libre y protegido de los derechos sexuales, pero, para aplicarla debes acudir a la procuraduría del Estado de jurisdicción correspondiente. Lo problemático es, qué tanto profundizamos el riesgo en que nos colocamos al exhibir nuestra cotidianidad.
Queda claro que el riesgo en Internet no queda limitado a un cierto rango de edad, es verdad que los niños y pre adolescentes no son candidatos a poder sortear solos los peligros de Internet, pero los adultos tampoco sales bien librados ante los riesgos que hoy en día se presentan desde la amenaza, difamación fraudes y robos.