Ernesto Castillo
¿Por qué es importante Pedro Garfias en la cultura universitaria? La dictadura impuesta por Francisco Franco en 1936, provocó que intelectuales españoles se refugiaran en nuestro país, la mayoría de ellos se quedó en México y el poeta Pedro Garfias llegó a nuestra ciudad y pronto se sumo a los proyectos intelectuales que en aquel entonces orientaba Raúl Rangel Frías: participó en las publicaciones universitarias, realizando homenajes a escritores, lecturas de poesía en la radio local; formó parte de ese impulso cultural que Rangel Frías imprimió a su administración en la década de 1940.
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Pedro Garfias es un poeta español que nace el 20 de mayo de 1901 en España y fallece en Monterrey el 9 de agosto de 1967 y es sepultado al día siguiente. Participa en diversas publicaciones literarias en su país y durante la Guerra Civil española de 1936, se incorpora al bando republicano, elección que con el paso del tiempo lo lleva al destierro. Algunos de sus poemas hacen referencia a la anterior experiencia: “Huelga revolucionaria en Madrid”, “Los escopeteros”, “Miliciano muerto”, “Granaderos”, “A Federico García Lorca”, “Capitán Ximeno”, entre otros. El siguiente texto apela a sus impresiones de la Guerra Civil español.
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Granaderos
Dejadme a mi, yo sé lo que me digo
y le diré mil veces. No es pasión.
Por encima de todos
los granaderos de mi batallón.
Ellos son fuertes, ágiles y jóvenes,
su única consigna es el valor.
Y a nada tienen miedo
los granaderos de mi batallón.
La noche está aterrada, el cielo lívido,
el viento para su respiración.
Tranquilos en la noche
los granaderos de mi batallón.
Avanzan como lobos, vuela el puente.
Hace al silencio añicos la explosión.
Tranquilos en la noche
Los granaderos de mi batallón.
Venid aquí, fascistas arrogantes,
templad para venir el corazón.
Que aquí os esperan firmes, en su puesto,
los granaderos de mi batallón.
El presente poema pertenece a su libro “Poesías de la Guerra Española”, mismo que obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1938. Obra publicada en México en 1941.
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Monterrey es una de las ciudades que visita estando en México, y de manera específica establece relación con diferentes personalidades de la cultura universitaria, entre ellas el licenciado Raúl Rangel Frías y Alfonso Reyes Aurrecorchea, Alfredo Gracia Vicente, entre otros. El licenciado Rangel Frías lo involucra en diferentes proyectos culturales universitarios y a la par se relaciona con el medio cultural regiomontano. Colabora para la Revista Universidad a principios de la década de 1940, en la estación de Radio Universidad y en diferentes programas culturales en los cuales declama poemas en el Aula Magna, entre otras actividades relacionadas con la entonces UNL.
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Algunos de sus libros de poemas son: El ala del sur (1926), Poesía de la Guerra (1937), De soledad y otros pesares (1948), Viejos y nuevos poemas (1951), entre otros títulos, que dan cuenta de su nostalgia por España, de su amor por México y a menudo hace referencia a su soledad.
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El poeta Garfias fallece el 9 de agosto de 1967, en la tumba del vate (panteón El Carmen, centro de Monterrey) Raúl Rangel Frías manifiesta un mensaje conmovedor y desde entonces y hasta la fecha, ya sea para recordar su nacimiento o fallecimiento se realizan guardias de honor para recordarle.
Enseguida un fragmento escrito por el licenciado Raúl Rangel Frías, lectura realizada hace 64 años en la tumba del vate, el panteón El Carmen (Arramberri y 20 de noviembre):
Óyeme Pedro:
Unas palabras de partida:
Sabes, somos unos pocos de tus amigos. Otros no pudieron venir, los pájaros y las estrellas. Mira: esto se acaba; tu dolor, tu soledad. Ahora empiezan los nuestros. En el umbral del tránsito oscuro, antes de que te vayas, déjame decirte: Eras un viejo madero inútil, herido en el costado. Ay los arrecifes, batido por las aguas, comido por la sal. ¡Viejo madero inútil , mascarón de proa! Tu ojo inmóvil y estrábico, escrutaba el misterio, poeta, de tu España de siglos. Como ella eran tus versos, que no están hechos de palabras. Son pasos y estancias de su andar. El duro pecho de su tierra, como tu mismo que no se deja morir. El lloro y la risa de los niños. El río, la espiga y la espada del ciprés”.