dom. Dic 15th, 2024

Óscar Tamez Rodríguez

El revolucionario quien muere en un juicio sumario al cual no llega a tiempo el indulto de Venustiano Carranza da nombre del aeropuerto recién inaugurado por el gobierno de la 4T. Felipe Ángeles fue un artillero, militar de carrera, prestigiado y reconocido por propios y ajenos. Se une a los revolucionarios luego de la decena trágica. Fue prisionero junto a Francisco I Madero y José Ma. Pino Suárez, sin embargo, los golpistas encabezados por Victoriano Huerta y Félix Díaz, le perdonan la vida mientras asesinan al presidente y al vicepresidente. Se uniría a las fuerzas revolucionarias constitucionalistas para terminar al lado de Pancho Villa con quien alcanza la inmortalidad en sus gestas armadas revolucionarias. Fue gobernador de Nuevo León por unas cuantas semanas, esto le gana enemistades entre los mismos villistas quienes lo grillan con el jefe de la división del norte y termina por mandarlo a Tamaulipas. En la famosa escena en la cual Villa amenaza a los empresarios si éstos no le dan un millón de pesos, es Ángeles quien media entre el revolucionario y los regios quienes finalmente entregan una cantidad muchísimo menor a Villa. Su muerte en noviembre 26 de 1919 se da cuando regresa del exilio en EUA, es aprehendido y fusilado como traidor en un juicio al que podríamos definir como amañado o manipulado. Una gran cualidad del general hidalguense es su capacidad como negociador, lo mismo contribuyó para pacificar a los zapatistas en 1910 a petición de Madero que luego será personaje estratégico en los villistas y las negociaciones con Zapata en la convención de Aguascalientes. Hoy su nombre se otorga al aeropuerto de las discrepancias, quien fuera todo conciliación es homenajeado con un aeropuerto surgido desde las divisiones político-ideológicas. Creyente convencido de la democracia y el socialismo marxista de esa época (algo difícil de conjugar), ahora representa la obra emblemática del sexenio de la 4T. En el marco del aniversario 216 del natalicio de Benito Juárez, el gobierno federal inaugura la obra, de ahí despegaron y aterrizaron vuelos nacionales y aterrizó al menos, un vuelo desde la Venezuela de Maduro. La información en redes superó a los medios de comunicación con relación a anécdotas, sucesos y momentos cotidianos en el aeropuerto. Lo más significativo son los puestos improvisados con una franela, vendiendo suvenires con la frase “AMLO” y otros con el rostro de Ángeles; del mamut no se vio algo, parece que no fue relevante para los vendedores de los espontáneos changarros. Un aeropuerto opaco, sin licitaciones, sin informe de los costos invertidos y todo en la desinformación bajo el argumento que fue construido por el ejército y se reserva por seguridad nacional. Como muchos otros, creo que la cancelación del aeropuerto de Texcoco fue una gran decisión, era una obra empañada por la corrupción porque el gobierno ponía el dinero y el terreno, mientras los particulares eran dueños del aeropuerto. Todo hacía ver que nacía corrupto. Sin embargo, la construcción del aeropuerto Felipe Ángeles en la forma y sitio donde se da, termina empañada por el mismo fantasma de la corrupción. Si el aeropuerto de Texcoco tenía vicios de origen, que se sancione a los corruptos y se continue la obra, esa habría sido la decisión racional, pero no, en un autoritarismo intransigente, se lleva a un terreno de la fuerza aérea.  Hoy tenemos un nuevo aeropuerto que no simboliza la grandeza de México ni la de Felipe Ángeles, es un espacio mediocre, inaccesible y al arranque, poco funcional; así no fue el artillero villista. estudiospoliticos.mx@gmail.com

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