Por: Antonio Sánchez R.
Luis Donaldo Colosio…
El pasado miércoles 23 de marzo se cumplieron 28 años del cruel y cobarde asesinato de un hombre al que la historia le negó la oportunidad de convertirse en el motor del cambio en este país: Luis Donaldo Colosio Murrieta; unos días antes, el 6 de marzo de 1994, en el Monumento a la Revolución, pronunció un vibrante discurso que hizo que la piel se erizara y la mente despertara y se abriera a la reflexión y a la madurez ideológica.
Y a 28 años de distancia, todavía se conserva fresco el recuerdo de aquella mañana en que la voz de Luis Donaldo no sólo resonó en los confines de la patria, sino que además, cimbró de manera total las estructuras del otrora hegemónico Partido Revolucionario Institucional y despertó, además, las más oscuras y aviesas intenciones, que desembocarían en su sacrificio en Lomas Taurinas la tarde del 23 de marzo de 1994.
“Yo veo un México con hambre y con sed de justicia. Un México de gente agraviada, de gente agraviada por las distorsiones que imponen a la ley quienes deberían de servirla. De mujeres y hombres afligidos por abuso de las autoridades o por la arrogancia de las oficinas gubernamentales.
“Veo a ciudadanos angustiados por la falta de seguridad, ciudadanos que merecen mejores servicios y gobiernos que les cumplan. Ciudadanos que aún no tienen fincada en el futuro la derrota; son ciudadanos que tienen esperanza y que están dispuestos a sumar su esfuerzo para alcanzar el progreso.
“Yo veo un México convencido de que ésta es la hora de las respuestas; un México que exige soluciones. Los problemas que enfrentamos los podemos superar.
“Yo me propongo encabezar un gobierno para responderle a todos los mexicanos. El cambio con rumbo y con responsabilidad no puede esperar”.
Esta es sólo una mínima parte de aquel famoso discurso, pero creo que es el fragmento en el que se evidencia de manera más solida la filosofía de ese político surgido de la cultura del esfuerzo y que un día soñó que este país podía transformarse y el cual hoy, a 28 años, continúa en esa esperanza.