Óscar Tamez Rodríguez
Se atribuye a Porfirio Díaz la frase “poca política y mucha administración”, expresión que infiere el pensamiento político de quien fuera el dictador de izquierda entre los siglos XIX y XX.
Un político o gobernante tiene la obligación de ser un ente político, entendiendo la política como el acto de consensuar a la sociedad en la toma de decisiones con interés público.
La política nada más puede existir en las sociedades plurales, libres, democráticas y tolerantes. Sólo en este tipo de sociedades es necesario llegar a acuerdos desde los desacuerdos, llegar a coincidencias desde las diferencias, en una palabra, esto es democracia.
En los regímenes unipersonales, totalitaristas o dictaduras como la de Porfirio, la práctica de la política poco o nada importa. Que el actual jefe de Estado y de gobierno en el país parafraseara la expresión, la convierte en un indicador más para conceptualizar su forma de concebir al gobernar, los grillos de café dirían que es una mancha más al tigre.
Evidentemente este tipo de formas de gobierno son atractivas y seductoras en un principio, acotan los debates, las acciones que pueden ser vistas como atractivas para el pueblo se ejercen sin discusiones, se implementan sí o sí; esto conquista al principio, pero a mediano plazo se convierte en una prisión, en represión.
El populismo que ejercen los dictadores como Porfirio Díaz y aquellos que piensan en el ejercicio del poder con “poca política” son represores, intolerantes a los diferentes.
En todo gobierno se demanda de mucha administración, en tiempos de Díaz para contener las disputas políticas armadas, los alzamientos, la parálisis en el país por los boicots entre grupos de poder.
Luego de 112 años, el país tiene un déjà vu; disputas políticas que terminan en crímenes de candidatos, gobernantes o periodistas, alzamientos en las guardias comunitarias, parálisis económica, educativa, en salud y en el desarrollo por lo belicoso del actual gobierno frente a otros grupos de poder en el país.
Sí, México demanda de mucha administración, pero de la conseguida mediante consensos, la que se logra bajo el debate político, la que surge de escuchar al diferente, al disruptivo, a quien concibe al país desde otra perspectiva, esa que se logra luego de ceder en las posturas radicales.
La historia es más que relatos del pasado, es la comprensión de la sociedad en otro tiempo y espacio diferentes al actual, su estudio permite recuperar elementos afines al presente, utilizar el conocimiento como elemento para interpretar y predecir sucesos inmediatos o mediatos.
“Poca política y mucha administración” no representa una frase histórica de un dictador. Expresada por el jefe de Estado en el país se convierte en respuesta a la forma de pensar y gobernar del jefe político y titular de la administración pública federal.
Se requiere mucha administración para devolver a las carreteras la seguridad de antaño y devolverles su vocación como motores del turismo y comercio, no los sitios que son de pánico por asaltos o secuestros.
No importa la ideología de derecha o izquierda, todo radical, intolerante o represor es un dictador, Porfirio Díaz lo fue surgido desde la izquierda del siglo XIX.
Es tiempo que la academia y la historia, aporten el análisis y la comprensión de los momentos o personajes históricos para ofrecer respuestas a sucesos del presente en su actual tiempo y espacio.
El tren maya, Chico Che en la mañanera y el ataque público a periodistas son ejemplos de “poca política y mucha administración”.