sáb. Jun 28th, 2025

Roel Guajardo Cantú
En la educación siempre se discute si esta debe preparar para la vida o para el trabajo, como si fuesen ambas esferas excluyentes entre sí. Resulta obvio para quien quiera verlo, que el trabajo es parte de la vida, de nuestra sociedad, del mundo.
Algunos sectores de la Educación Media Superior, EMS, y la Educación Superior, ES, están precisamente enfocados a preparar a nuestros jóvenes para entrar a la vida económicamente activa, a la vida productiva.
Para bien y para mal, vivimos una realidad en la cual los puestos de trabajo requieren cada vez de una mayor calificación por lo que respecta a los conocimientos necesarios para llevarlos a cabo. Los trabajos que requieren menores calificaciones están siendo asumidos por robots o por Inteligencias Artificiales, IA.
Como lo señalan varios analistas, entre ellos Yuval Noah Harari y Andrés Oppenheimer, la tecnología avanza a pasos agigantados e irá ocupando puestos de trabajo que hoy pertenecen a personas, por lo pronto trabajos que implican labores repetitivas o de bajo nivel intelectual requerido.
No es raro hoy encontrar en tiendas de autoservicio cajas en las cuales ya no hay cajeros, sino que el cliente pasa los productos por los lectores de códigos de barra y paga con su tarjeta de crédito, débito o efectivo.
Hay inclusive algunas tiendas en las cuales ya no hay empleados y se accede a ellas gracias a un código de barras generado al registrar una tarjeta. En ellas, el cliente toma los productos que automáticamente se van cargando a su cuenta y abandona el establecimiento sin tener contacto con ser humano alguno.
Con lo anterior queremos subrayar el hecho de que todos aquellos puestos de trabajo con labores repetitivas van siendo ocupados por “trabajadores” no humanos y empujando a las personas hacia actividades de mayor contenido intelectual, inclusive de mayor creatividad.
Siempre hay un pero y en el caso de lo que estamos comentando este consiste en preguntarnos ¿qué harán las personas desplazadas por las máquinas de sus puestos de trabajo?, ¿cómo se reinventarán para ocupar alguna otra posición? O ¿Será que están condenados al desempleo?
Harari está convencido, junto con Viviane Forrester, de que en algún momento se creará una “clase irrelevante”, ciudadanos que no tendrán peso económico en la sociedad y como consecuencia, tampoco tendrán peso alguno en las decisiones políticas, siendo cada vez menos parte de la sociedad.
Forrester asegura que ni siquiera serán objeto de explotación, simplemente no serán tomados en cuenta.
Las instituciones de EMS y ES, tal como hoy están estructuradas, se han convertido salvo ciertas excepciones, en organizaciones lentas, burocráticas y, en algunos casos, formadoras de profesionistas que si hoy tienen dificultades para encontrar un lugar en el mundo productivo, a la vuelta de algunos años, estos no tendrán acceso porque los puestos de trabajo habrán cambiado.
La razón es muy sencilla, tanto las universidades, como aquellas instituciones de EMS que forman para el trabajo, tienen carreras cuya duración y currículo las hace formar personas para una realidad que cambia a gran velocidad.
Durante los tres años que dura una carrera técnica, y los 6 o 7 años que transcurren en la formación de un profesionista luego de terminar la Educación Básica, los avances científicos y tecnológicos se acumulan, provocando que lo que aprenden los jóvenes sea obsoleto para cuando egresan.
Esto debe cambiar, el paradigma actual de la formación debe ser transformado, convertirse en una preparación ágil, actualizable de forma rápida, formando personas con capacidad de mantenerse actualizados, que sepan y puedan aprender a aprender y que conozcan las bases de los cambios tecnológicos.
Por supuesto que ello requiere de una sólida formación en las llamadas STEM, (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas por sus siglas en inglés), pero al mismo tiempo de una sólida base humanista en la formación de jóvenes que les permita entender el contexto en que surgen los cambios tecnológicos y las tendencias que de esos cambios se desprenden, para colocar la tecnología al servicio y desarrollo de la sociedad.
La actual estructura académica de la EMS y ES viene de lejos, de tiempo atrás, su estructura administrativa es también añeja, por lo que quizá vaya siendo momento de cambiar paradigmas, de entender que las nuevas tecnologías que están cambiando el mundo no existían hace 10 años, es probable que no lo hicieran hace 2, por lo que muchas de ellas no son siquiera tomadas en cuenta en los planes de estudio.
Si no queremos vivir en un desfase entre educación y realidad, será mejor que vayamos pensando en la forma en la cual plantear la nueva estructura educativa que reclama este siglo XXI. No hacerlo será equivalente a condenar a muchos de nuestros jóvenes a formar parte de esa “clase irrelevante” de la cual nos hablan Harari y Forrester.
Analizaremos en otro artículo algunas opciones que deben ser tomadas en cuenta, entre ellas las Microcertificaciones, para hacer más ágil la educación para el trabajo y la vida.

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