jue. Abr 24th, 2025

Gerson Gómez

Reunión a puerta cerrada. 100 años después la autoridad presidencial continua intacta. El traslado de poder. La herencia viene con la llamada de atención. Nadie guardará las formas. Solo los excluidos. Los bobalicones. A quienes la misma impulsividad les da denominación de origen como inelegibles. Hasta luego Noroña. Es más útil de reventador en el senado o en el congreso federal. Como embajador en Corea del Norte. Andrés Manuel seguirá en la ciudad de México. El reloj de arena de los seis años. Marcelo, Claudia o Adán no son el General Lázaro Cárdenas. Tampoco lo exiliarán del país. Tabasco es la última frontera en la mente del fundador de la 4T. Espera la meritocracia de sus antiguos subordinados. Las invitaciones a cenar con los nuevos secretarios de estado. Escribir las memorias del poder detrás del telón. Los momentos álgidos con los empresarios. Las amenazas de intervencionismo de las naciones primermundistas. El funcionamiento de los interlocutores, los lobistas y hasta las cachetadas con guante de ceniza para los alebrestados del norte. Irse a la tiznada con su familia menuda, apoyar a la poeta de su esposa, en el canto a la nación mexicana. Marcelo, Adán o Claudia deben apurar la construcción de la imagen triunfadora o de estadista del siglo XXI. Desde la plataforma ciudadana empadronada en MORENA. Aceptar el dedo uncidor. Operación cicatriz. Todo cambia y mantiene la forma final. El jefe máximo, Andrés Manuel, no estará su imagen en las boletas. Pero si su perfil. De ideólogo de alto contraste. En blanco y negro. De otros datos. Con amigos confianzudos y bastante seducidos por el poder. Sujetos a inhabilitación y a cárcel. Usos, costumbres y caídas libres. Sacrificios obligados para la legitimidad. Incluso quienes le endulzaron el oído al tata Andrés. sonico2@hotmail.com

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