Por Salvador Hernández LANDEROS
Si de por sí no hay suficientes, el alcalde de Apodaca, César Garza Villarreal,
prefirió proteger a un ebrio que a los policías de su municipio.
Y Adrián de la Garza, aunque lo hizo a través de uno de sus funcionarios,
exhibió a los policías de Monterrey como simples barrenderos.
Pero además de degradar a sus policías, ambos, con sus acciones están
perjudicando al PRI, su partido político que les a dado lo que tienen.
Con su proceder, los dos alcaldes han ofendido a todas las familias de los
policías, familias que en dos años más, no les darán un voto de confianza.
César Garza volvió a mentirle a la ciudadanía de Apodaca. Tenía como
“aviador” en dos cargos al exalcalde Heliodoro Treviño Gutiérrez.
A Heliodoro, a quien El Norte bautizó con el alias de “Ebriodoro”, nomás le
dio unas horas de cárcel preventiva y una ridícula multa.
César Garza, lo menos que pudo haber hecho, fue que el “Ebriodoro” ofreciera
una disculpa frente a los policías que aguantaron sus ofensas.
Por su parte, Adrián, debe amonestar a Filomeno Rojas, director de
Prevensión del Delito o vestirlo con el hábito de San Martín de Porras.
El colmo es que también puso a barrer a los hijos de los policías. De nada sirve
prepararlos académicamente. Los hijos no van a querer ser policías.
Si el municipio tiene cientos de burócratas, por qué no llevarlos a ellos a
predicar “el buen ejemplo”. ¿Y el Secretario de Seguridad? Bien, gracias.
Qué “gachos alcaldes”. Los de Apodaca se quedaron con las mentadas de madre
y los de Monterrey con sus escobas. Menos mal que no fueron a dar abrazos.
chavalolanderos@yahoo.com.mx
