Ma. Renata Díaz Leal von Versen
Una nueva caravana migrante trató de ingresar por la frontera sur del Estado con la determinación de aprovechar las oportunidades que el titular ejecutivo mexicano, López Obrador, había prometido a los migrantes. Algunos para quedarse, otros de paso con la visión de acceder a Estados Unidos en busca de nuevas oportunidades, una mejor condición de vida que su país de origen no pudo resguardar. Pues bien, hay que tomar en cuenta que el acceso a una vida digna, en todo el sentido de la palabra, es un derecho humano que el Estado deberá resguardar, pero esta no es una posibilidad universal, siendo que estos Estados (de origen) presentan altos niveles de pobreza, desigualdad, violencia y corrupción, con uno de los índices más altos a nivel mundial en las materias referidas.
Entre disturbios y pedradas, el grupo migratorio trató de entrar en territorio mexicano por el río Suchiate, sin embargo, con gas lacrimógeno la Guardia Nacional detuvo el alboroto. Al igual, de las personas que lograron entrada en el territorio, cientos fueron detenidas. Al respecto, el Instituto Nacional de Migración (INM) mencionó que la mayoría serían deportados.
Ante estos eventos, ¿quién protege al migrante en tránsito? Si bien, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) establece que existe una diferenciación entre migrantes y refugiados, para estos últimos existe una legislación específica, sin embargo, la protección del migrante no se deposita en ningún instrumento internacional que trate específicamente su condición, sino como trabajadores migrantes, lo que implicaría que estuvieran residiendo ya en el Estado de destino. Esto justamente bajo el supuesto de que, contrario a la condición de refugio, la migración implica un desplazamiento voluntario en busca de mejores oportunidades, mientras que el refugiado está imposibilitado de retornar a su lugar de origen por motivos de seguridad.
A pesar de que los instrumentos internacionales en materia de derechos humanos insertan en sus disposiciones la protección de los derechos humanos “independientemente de origen nacional o social”, ciertamente se identifica un punto muerto en el tramo de traslado. Y es que, de acuerdo con el deber ser, el país por el que transiten debería de velar por la protección de sus derechos humanos, pero contrario al supuesto, pareciera ser que por donde pise el migrante se crea en su atmosfera un espacio sin derecho, sin protección.
Por otra parte, habría que reconsiderar el término <<voluntario>> en el concepto de migración, pues la miseria también genera un tipo de obligación a querer partir del lugar de origen. En este caso ¿no sería, entonces, un tipo de desplazamiento forzado? Cuando las condiciones laborales y económicas son deplorables, las oportunidades de desarrollo y crecimiento nulas, la seguridad se encuentra en punto de ebullición y el gobierno está prácticamente ausente, ¿no son estas razones suficientes para huir?, que, en caso de retorno, la seguridad de dichas personas se ve permeada por la desgracia y la escasez. Pero, en la realidad, se requieren de eventos extremos para que el derecho surta efecto.
Así mismo, no es la miseria el único factor que obliga a la salida del nacional, sino la falta de política y la ausencia del Estado en la resolución de todos estos factores que incentivan dicha pobreza. Atinadamente cita Josep Solanes en su libro “En tierra ajena” a Yolande Foldes: “es lo mismo para los pobres ser expulsados de sus lugares por la política o por la miseria”, al igual que a Curros Enríquez, poeta español de lengua gallega, quien escribía “¿Qué le ofreces en la tierra natal, a ese que va a cruzar mares de hiel? (…) [cómo puedes] pretender que aquel al que has condenado a muerte, no se salve si puede hacerlo?”
A pesar de la obviedad de las razones que provocan la movilización masiva de migrantes, los gobiernos persisten en endurecer sus políticas migratorias, justificando el uso de la fuerza y la violación a los derechos humanos; se desvincula al migrante de su condición humana bajo la presunta protección de una soberanía nacional prácticamente inexistente pues, ¿qué tiene de soberano actuar como el muro de un tercero?
(Fotografía tomada de informador.mx)
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