vie. Dic 13th, 2024

*Cuando los hijos se van

Pedro García Treviño

Los especialistas en futbol andan rellenando programas de opinión inflando el pase de Jurgen Damm a la liga estadunidense al que dan categoría de un conflicto casi dramático con el entrenador Ferreti en calidad de víctima a manos de un hijo malagradecido, es decir, el delantero (“Cuando los hijos se van”).

El martes, los cronistas de Fox daban por espectacular la contratación de Damm quien, aseguraron, habría de imprimir más fuerza a la delantera del Atlanta donde brilla el popular “Piti” Martínez a quién Tigres debió traer en un canje, lo cual sí hubiera sido un acontecimiento.

Se divulga que Ferreti ha hecho mohín por la migración de su (ex)protegido, y lo más probable es que el desplante del entrenador sea parte de su acostumbrada ironía porque ni modo que Damm sea una estrella sobre Gignac, Aquino y demás. Por eso se insiste que la Lucha Libre es lo único real en este país tercermundista.

Lo real, real, es que el América está en la cúspide. Pumas en tercero y viene de visita al estadio Universitario contra unos Tigres desarmados al no poder contar en la banca con Damm y un problema de esquema táctico, debido al “descontrol emocional” de Ferreti por esa ausencia (¡Ay, mis hijos!).

Nunca es tarde cuando la dicha es buena. Sucede (sucedió) que el sábado anterior ocurrió una velada boxística en Las Vegas con un encuentro por el campeonato de peso Completo donde los contendientes hicieron un arribo ataviados de manera surrealista.

Como nunca había visto a los boxeadores en cuestión: Deontay Wilder (me supongo un salvaje) y Tyson Fury (dos veces furioso), esperaba más show que pelea…

Pero he ahí que Tyson Fury, de cuerpo liso y fofo del abdomen, dio una cátedra de boxeo al más puro estilo del pugilismo con el uso eficaz del jab, las combinaciones y hasta golpeo a la zona blanda, nada parecido al físico de Wilder quien es hercúleo aunque muy chico en comparación con aquel y recibió una felpa tirando todas las apuestas a favor de Deontay.

Tyson Fury es un auténtico mastodonte pero con la movilidad necesaria para conectar de manera apropiada los golpes y, por consiguiente, efectivos. Un golpe al hígado desmadejó a Wilder quien si bien se reincorporó fue para recibir más golpes y que le detuvieran la pelea.

Wilder nunca se recuperó del primer derechazo que lo tiró a la lona y lo puso groggy, es decir mareado, durante los 7 rounds que duró el encuentro. Y el “Rey de los Gitanos” pasó a deleitar al respetable con unas baladas y Bob Arum como segunda voz y el coro del monstruo de “miles de cabezas”.

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