Por Salvador Hernández LANDEROS
Las consecuencias del no quedarse en casa están en las estadísticas. A algunas
víctimas no les cayó el veinte de que del panteón no se salía.
En esas cifras, también hay “justos que han pagado por pecadores”. A esas
víctimas no las mató el Covid-19, sino la irresponsabilidad de otros.
Igual, es de lamentar, la falta de credibilidad de una gran parte de la
ciudadanía, hacia los exhortos de la autoridad sobre los protocolos sanitarios.
La irresponsabilidad, la necesidad para la sobrevivencia, la poca credibilidad y
la ausencia de liderazgos, es lo que nos está exhibiendo en esta pandemia.
A nivel nacional, la “esperanza de México” es hueca. Eso de la “nueva
normalidad” es una graciosa inflexión locuaz de inspiración mañanera.
Aquí en Nuevo León, algunas acciones para enfrentar esta pandemia, llevan
una dosis de conveniencia propagandística para captar adeptos en el 2021.
Tanto el gobernador como los alcaldes, han jalado su cobija social hacia donde
más convienen sus intereses políticos, pero sin asumir el liderazgo debido.
Los que adoptaron el instinto del avestruz son los diputados. Todos han
brillado por su ausencia. A ver quién les cree sus reclamos cuando den la cara.
Va de nuevo para quienes no entienden el quedarse en casa y salir sin
necesidad, Del panteón ya no salen. Y no vale llevarse de encuentro a otros.
Queda claro que el Covid-19 nos exhibe como un País de cuarta y sin
transformación. Falto de actitud y cultura para enfrentar esta adversidad.
El futuro es incierto y volver a la actividad habitual será con las precauciones
aprendidas. No cabe la verborrea ni la persuasiva “nueva normalidad”.
chavalolanderos@yahoo.com.mx