Por Salvador Hernández LANDEROS
Qué cosas tiene la vida y las vueltas que da la misma.
Hace dos años Alberto “Beto” Anaya, pasaba las de “Caín”. La libertad de su esposa pendía del resultado de las elecciones presidenciales.
Ella era buscada y acusada de terrorismo y lavado de dinero por la PGR y la SEIDO por presunto desvío de $100 millones de los CENDIS.
López Obrador ganó las elecciones. La PGR se desistió de las acusaciones y a un año de no dejarse ver, ella asumió como diputada local plurinominal.
Anaya declaró que el gobernador tuvo una actitud amistosa. Ella, que todo hubiera sido diferente de haber aclarado él que las cuentas estaban en orden.
Quién iba a pensar que 2 años después, el Gobernador y su Secretario General, serían acusados por el Tribunal Electoral y que “Beto” Anaya, los salvaría.
Asael Sepúlveda, diputado del PT, propuso una sanción “light” para los acusados. Amonestación pública y $317 mil de multa por cada uno.
La votación en el Pleno del Congreso molestó a Luis Donaldo Colosio y a Samuel García, quienes dejaron entrever que hubo dinero de por medio.
Si hubo o no, no lo aseguramos, pero de que, posiblemente si hubo alguien que intercedió desde la Tesorería del Estado, para salvarlos, si pudo haber sido.
El tesorero Carlos Garza Ibarra, pudo haber intercedido por ellos. Su hermano Miguel Ángel, es desde hace 2 años, director del hospital de Tierra y Libertad.
Miguel A. milita en el PT y laboraba en la Clínica 28 del IMSS y otro hermano, José Luis, dirigió la Sección II en NL y ahora es el tesorero nacional.
Y su sobrino, Humberto Arturo, regidor priista con Adrián de la Garza.