Por Salvador Hernández LANDEROS
El sospechosismo y los malos pensamientos se empiezan a desbordar en el affair político nacional que tiene visos de telenovela de alta audiencia.
El caso “Emilio L” se empieza a ver como una estrategia publicitaria para desacreditar (aún más) al PRI y PAN para el proceso electoral del 2021.
El presidente Andrés Manuel López Obrador está perdiendo credibilidad al apostar todo su gobierno a la “detención” de Emilio Lozoya Austin.
No se cree el que Lozoya esté enterado de todo lo que, según dice el presidente, ha denunciado, lo cual sería, en lenguaje jurídico, “ha declarado”.
Ronda la pregunta del porqué Lozoya está “detenido” como testigo protegido y mientras el ex dirigente Carlos Romero Deschamps, anda libre.
Hacen cuentas y éstas no salen. Lozoya estuvo al frente de Pemex cuatro años, mientras que Romero Deschamps, dirigió el STPRM durante 26 años.
El exdirigente entró a trabajar en 1969 y en 1971 ya estaba en el sindicato donde permaneció casi 50 años. Para algunos, él es el verdadero “dedo”.
Por otra parte, si AMLO está exhibiendo a la “mafia del poder” y al neoliberalismo, porqué no ha involucrado al expresidente Ernesto Zedillo.
Será acaso que no lo involucra porque en su sexenio, 1994-2000, Esteban Moctezuma, fue Secretario de Educación y de Desarrollo Social. ¿Otro dedo?
Muchos recuerdan que durante su sexenio, Zedillo Ponce de León, enfrentó a Carlos Salinas de Gortari y encarceló a Raúl, el “hermano incómodo”.
Y los sospechosistas siguen atando cabos, como ese de que Zedillo, estudió la primaria en la escuela “Leona Vicario”. ¿Les dice algo eso?