Por Rafael Cano Franco
Cuando no hay nada que presumir, se presume lo que sea
El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador no tiene indicadores que le sean favorables; lo que debería bajar sube y lo que debería ir al alza va en caída: el desempleo crece y el crecimiento económico cae; la inversión en infraestructura cae, pero crece el número de empresas que deciden ya no invertir en México, esa es la constante
En todos los sectores es lo mismo y en seguridad pública no es la excepción.
El indicador más claro de lo fallido que resultó la estrategia de “abrazos, no balazos” es la cifra de asesinatos dolosos. En lo que va del sexenio se acumulan 63 mil 315 muertos, contabilizados hasta el 4 de octubre.
A esa cifra se deben sumar los más de 27 mil 871 desaparecidos (según cifras de la Secretaría de Gobernación), que se han registrado en la administración actual hasta el 13 de julio del 2020 y que por tecnicismos no se clasifican como muertos, aunque muchos de ellos ya no están en este mundo.
Y ni que decir de los feminicidios: 11 mujeres son asesinadas diariamente y el gobierno federal asegura, sin aportar mayores datos, que esa cifra también va a la baja.
Por eso, cuando visitó Sonora, la tierra que aspira a gobernar, Alfonso Durazo Montaño, Secretario de Seguridad Pública y Pacificación Ciudadana, al no tener cartas credenciales que avalen un buen trabajo en el combate a la inseguridad, compartió una estadística “positiva” pero risible en cuanto a su representatividad.
Alfonso Durazo dijo que la tendencia de los homicidios dolosos disminuyó en el periodo de enero a septiembre del 2020 comparándolo con el mismo periodo del año anterior.
De enero a septiembre del 2019 fueron asesinadas 25 mil 890 personas; en ese mismo periodo, pero del año en curso, la cifra de muertes violentas asciende a 25 mil 878, eso representa el 0.56 por ciento menos, en números son 12 muertos menos que el año pasado, 1.1 persona menos por mes.
La cifra, según el Secretario de Seguridad Pública es indicadora de que se está conteniendo las muertes violentas, en la realidad no hay nada que presumir, pero al no tener buenas cuentas que rendir pretende sorprender con esas estadísticas.
El promedio de los crímenes dolosos sigue sin alterarse, es de 91 diarios, eso es indicativo de que este gobierno que determinó no entrarle a la guerra contra el crimen organizado, fue superado por las estadísticas y su pasividad convirtió las calles en un lugar donde los cárteles de la drogas dirimen sus diferencias.
Pero más allá de que las cifras de asesinatos dolosos espantan, es más tétrica la facilidad con la que en México se puede asesinar o desaparecer a las personas; no solamente se trata de reducir la violencia en las calles y con ello el número de los asesinatos, también se trata de acabar con la impunidad para cometerlos.
Mientras que el Secretario de Seguridad Pública se regodea de ese 0.56 por ciento tan pobre en la disminución de asesinatos dolosos, la realidad es que más que presumir es para dar lástima, con una masacre –de esas que el presidente dice no existen—su indicador “positivo” se va a ir al bote de la basura.
Pero está visto que el fracaso en Seguridad Pública no es algo que importe mucho al presidente López Obrador, de lo contrario no se desviviría en elogios para su Secretario del ramo-
Debemos recordar que para el Presidente lo que importa en sus colaboradores es que tengan un 90 por ciento de lealtad y un magro 10 por ciento de capacidad: en ese rubro, Alfonso Durazo es 100 por ciento leal al presidente y ya no le queda más porcentaje para ser capaz en la función que le toca desempeñar.
Durazo Montaño es “tan bueno y efectivo” en su puesto, que en lugar de que el Presidente López Obrador decida conservarlo como el activo valioso que es para su gabinete, optó mejor por deshacerse de su persona y ahora lo manda como candidato de Morena a Sonora.
Parece ser una regla de la 4T: no importan fracasos en el encargo encomendado, lo que se va a premiar es la lealtad ciega y al menos esa fórmula funcionó para Alfonso Durazo.