Por Salvador Hernández LANDEROS
Cuando la pasión invade al ser humano, se pierde el justo equilibrio entre lo que se dice, lo que se piensa y lo que en realidad sucede. Y en ello, hay riesgo.
Una muestra política de lo que sucede en el proceso electoral ya ha iniciado para concluir el 2021, tiene nombre y apellido. Felipe Enríquez Hernández.
Se dice de una posible alianza entre PRI y PAN. Y durante las deliberaciones, líderes panistas se oponen y argumentan que en los priistas hay corrupción.
Esa corrupción es difícil de defender. Lo absurdo es que quien lo piensa de esta manera lo hace firmando un desplegado de una plana entera en El Norte.
El costoso desplegado que firma Felipe Enríquez señala: “Medinistas quieren agandallar al PAN”. Lo argumenta con alertas para rechazar una alianza.
“Están dispuestos a olvidar las rencillas en el pasado y unirse al equipo de Medina”. “A los panistas de NL que han trabajado por el bien común”. (sic).
Sería inédita una alianza entre PRI y PAN, pero más inédito que un millonario como Enríquez, quien todo se lo debe al priismo, busque evitarla.
En política y en el sector empresarial saben bien que Enríquez, compadre de Peña Nieto, no se mueve si no se lo ordenan. Quién, entonces, mece la cuna.
Ya se le olvido que Jonás Larrazábal vendía quesos. ¿Y el helicóptero rojo que le prestaban a Chefo Salgado? ¿Y el patrimonio de Margarita Arellanes?
Tal parece que Enríquez sólo piensa en su particular interés al oponerse a una coalición, pensada para retomar el orden público que se está perdiendo.
No perdamos piso. Debemos reconocer que la corrupción no es problema de Partidos, sino de actitudes del individuo sin importar ideología o militancia.
La corrupción la debemos combatir todos desde nuestras trincheras, es uno de nuestros principales deberes sin importar que caiga, quien caiga.
Entendamos que las diferencias entre Partidos no los hace enemigos, sino competencia por el poder público, sin infundir odio y rencor en la sociedad.
Es injusto que el destino de un País, Estado o municipio, penda del capricho de unos cuantos que ven nulas posibilidades de estar en una boleta electoral.
Hagamos lo posible para que gane la cordura y no se recurra a la intriga y denostación para crear confusión y alcanzar una posición política.