Por el padre José Manuel Guerrero Noyola
(El Evangelio desde los Herreras Nuevo León).
Amigos, JESUS viene a despertarnos y nos pide vivir vigilantes (Mc 13, 33-37). Precisamente, hace poco en la Misa que celebro en la congregación de la Laja, una Señora exclamó convencida: “JESUS está aquí con nosotros”, y creo que esta es la mejor noticia que podemos recibir y que podemos compartir, porque el Señor viene al corazón de las ciudades, de los pueblos y de los hogares.
Hemos vivido un año muy difícil y muchos se han enfermado o han muerto, la economía está afectada, la vida social esta alterada y solo nos vemos por redes sociales. Crece la desesperación, el cansancio se acumula, la ansiedad desanima, el fastidio agobia y la rutina cansa. Hay quienes padecen vacíos emocionales, el caos está presente y se percibe un callejón sin salida. En el campo el sistema neoliberal se fue apoderando de las tierras y del agua, dejando a los campesinos sin alimentos, y en las ciudades se han incrementado las desigualdades, poniendo en riesgo los derechos humanos y la democracia. Tal vez, quisiéramos dormir profundamente y despertar hasta el primero de enero del año venidero, ya sin esta experiencia dolorosa que nos aplasta.
Pero resulta que Dios tiene sus planes y él quiere restaurarnos (Salmo 79) para que esperemos el Advenimiento del Reino Nuevo, donde los hombres y las mujeres recuperemos las esperanzas más profundas; por eso, las Iglesias tenemos que animar la fraternidad leyendo el Evangelio, fomentando el sentido comunitario, buscando a los aislados y sentando en la Mesa del Reino a los que ya no quieren vivir. Las familias deben hacer brotar la esperanza en los hogares rotos, donde sus miembros se fastidiaron de tanto “quedarse en casa”. Y otro tanto tiene que hacer la sociedad para que las mujeres, los pobres y los jóvenes, vuelvan a sonreír.
Despertemos y adornemos el corazón, cocinemos algo rico para compartir, hagamos oración con los enfermos, reciclemos juguetes y hagamos niños felices, vaciemos armarios para que nadie pase frio, salgamos a las periferias, hagamos pasteles en el horno, grabemos videos en Tik Tok, regalemos árboles, recitemos poesías, bailemos huapangos, bebamos un buen tinto, cantemos, mandemos mensajes de amor, entonemos villancicos y toquemos las vidas de quienes sufren de soledad, para que todos nos sientan cercanos y se alegren con nuestra amistad; obviamente, sin perder la sana distancia, con los ojos abiertos y vigilantes.
Soy el Padre Guerrero y esta es mi humilde opinión.