Por Rogelio Romero
Es realmente patético ver como un presidente que está por concluir su mandato y que perdió una elección se niegue a aceptar los resultados, ayer el procurador de Texas, Ken Paxton presentó una demanda ante la Suprema Corte del País impugnando las elecciones en cuatro estados, este miércoles el presidente Donald Trump secundo el documento y de manera directa hizo la misma petición al poder judicial.
Trump ha echado por tierra en menos de 2 meses, todos los esfuerzos de las autoridades electorales por demostrar que el sistema de votación indirecta de Estados Unidos sigue funcionando, nunca en la historia moderna del poder ejecutivo alguien que alega fraude había sostenido el mismo argumento sin pruebas.
Ni el llamado a la serenidad política de los altos mandos del partido republicano han hecho eco en un presidente que sigue montado en su agenda personal, como si hubiese ganado la elección y se preparara para un segundo mandato.
Cada día que pasa la clase política de Washington se nota más enfadada por la terquedad de un mandatario cuya actitud desafía a las mismas instituciones democráticas que fueron creadas desde el nacimiento de la Republica el 4 de julio de 1776.
Revés tras revés en cada una de las impugnaciones presentadas donde cuestiona la elección, así como ha comenzado también el desmantelamiento de su política antinmigrante con las recientes decisiones de jueces federales de proteger a los jóvenes aplicantes del DACA, así como la extensión hasta el año que entra de los permisos que requieren migrantes centroamericanos con estatus legal en el país.
Trump se niega a dejar el poder porque para él representa el fin de un gran negocio con sus socios comerciales los que hablaron de “proteger” la economía nacional atacando los intereses de otras naciones como China.
La verdad es que todas las medidas “proteccionistas” impulsadas por Trump poco afectaron al poderoso tigre asiático.
Habrá reversa en una política unilateral que se olvidó que el mundo actual toma decisiones en conjunto para proteger sus intereses, que la primera regla de una economía globalizada es la competencia abierta, no el aislamiento económico ni las amenazas estériles de “represalias”.
Trump fue el último intento del conservadurismo extremista estadounidense por gobernar el país, aquí están los resultados cuatro años después: Una vuelta a la política multilateral a la teoría central de que; Vivimos en una aldea global donde las economías y las relaciones políticas mundiales necesitan nutrirse unas a otras.
Para Trump su ocaso en la política está cerca y después del 20 de enero cuando tome posesión el presidente Joe Biden, probablemente se valla a su complejo residencial de Florida a jugar golf con sus amigos y esperando ya no tener que ver nada con litigios en cortes, lo que está por verse si es que no prosperan los casos que se siguen en Nueva York por la trama rusa y la negativa de no querer presentar sus declaraciones de impuestos cuando le fueron solicitadas.