Ivonne Álvarez y el estigma de la derrota en el PRI
Por: Francisco J. Peña Medina
La flamante Suburban blanca de vidrios obscuros custodiada por una discreta escolta de seguridad, se desliza a vuelta de rueda hacia el estacionamiento de la CROC de Nuevo León.
De pronto detiene su marcha y un hombre de mediana estatura, robusto, moreno, corte de cabello tipo militar y ataviado con un chaleco de un rojo intenso, abre una de las puertas para que descienda Ivonne Liliana Álvarez García, quien es recibida por una multitud entusiasta como si se tratara de una Rock Star.
Corría el mes de febrero del 2015 y la entonces candidata del PRI a la gubernatura del Estado visitaba la sede croquista y el saludo, en aquella ocasión, al líder estatal de la central obrera Alberto Serna de León, se selló con un beso en la mejilla y un abrazo prolongado y cálido.
Lo mismo hizo sin distinción la aspirante priista con los demás militantes de la organización sindical que la esperaban ansiosos dentro y fuera del auditorio “De los Fundadores”, donde fue recibida por cientos de delegados al grito de “¡Se llegó la hora Ivonne Gobernadora!”. Polvos de aquellas giras
El beso fue distintivo de esta mujer de 41 años para atraer simpatizantes como el dulce a las abejas.
Es fácil descifrar la fórmula que la convirtió en la campeona de la popularidad durante su campaña proselitista de hace un lustro.
Simplemente: mantener un contacto cuerpo a cuerpo con la gente.
Inteligente, sencilla y carismática Ivonne resultó ser un producto del marketing político que el PRI trató de vender como una nuevoleonesa surgida de la cultura del trabajo y el esfuerzo.
Que venía desde abajo y nada le ha sido regalado. Una dama con olor a pueblo.
Va aquí su historia:
A los 12 años, siendo apenas una niña Ivonne se involucra en el comercio informal al acudir a ayudarle a su mamá Orfelinda García en la venta de ropa en uno de los mercados sobre ruedas que deambulan en Guadalupe.
_” Le ayudaba poco y me comía las gorditas de al lado”, bromeaba con quién quisiera escuchar sus anécdotas de juventud.
_. “Vendía pañales en la casa, vendíamos tamales y los distribuíamos en las tiendas”, recuerda en una entrevista.
Así aprendió-decía-a trabajar y valorar el esfuerzo para abrirse paso en la vida.
A mediados de los noventa la ex alcaldesa de Guadalupe y senadora con licencia debuta en la televisión regiomontana en el programa “Gruperisimo” de Multimedios Estrellas de Oro. Al mismo tiempo-cuenta- estudiaba la carrera de Licenciado en Derecho en la Universidad Autónoma de Nuevo León que culminó en 1999 con mención honorÍfica.
Fue su padre el cetemista Nicolás Álvarez, ex síndico del municipio de Escobedo el que le inculcó la pasión por la política y luego de una trayectoria meteórica, Ivonne llegó a ser diputada local, secretaria general del PRI en Nuevo León, alcaldesa y Senadora de la República.
Hasta aquí la historia amable de la “Dama de Hierro”, bautizada así por haber metido al orden a la policía de la ciudad que gobernó, militarizarla y desterrar de su terruño al crimen organizado.
Y es que detrás de ese rostro simpático y esa afable sonrisa existe un pasado con asuntos pendientes. Cuestionables.
A la frivolidad que se le adjudica a su paso por la farándula, con videos escandalosos y obscenos para las buenas conciencias, se suma el gusto de Ivonne por el llamado “chapulineo”.
Ivonne sigue estando en deuda con los guadalupenses por haber abandonado la alcaldía antes de concluir su administración y con los nuevoleoneses, por renunciar a la senaduría a mitad del camino para ir en busca de la gubernatura. Esto sin duda vulnera su credibilidad en un futuro cercano.
Está también el enorme desfalco que dejó en Guadalupe de casi 640 millones de pesos condenando a la suspensión de pagos a varios proveedores y quebrantando el proceso en la construcción de obra pública.
Esos negativos que “la chaparrita” carga sobre su espalda pueden convertirse en misiles mediáticos para ser disparados por la oposición durante la guerra sucia que se avizora tan pronto se calienten las campañas políticas rumbo al 2021.
Y otra vez Álvarez García, con el estigma de la estrepitosa derrota que le propinó el ahora malquerido gobernador Jaime Rodríguez Calderón, regresa a “chapulinear”. Tendrá que dejar la diputación federal que aún ostenta para dar un salto hacia abajo, a ocupar un escaño en el Congreso local, arrastrada de nuevo por el medinismo, una marca desgastada que apesta a fracaso.
La lista de candidatos a diputados locales “tricolores”, o más bien, de todos colores, demuestra que el PRI sigue secuestrado por el tristemente célebre Rodrigo Medina de la Cruz, acusado de saquear las finanzas del estado y entregar el poder a un gobierno independiente fallido y catastrófico, que sufren los nuevoleoneses como eterna pesadilla.
La conformación de candidatos a diputados locales y a las alcaldías es una verdadera afrenta a la auténtica militancia. Una burla a los priistas leales con las siglas e ideología del otrora poderoso Partido Revolucionario Institucional. Un proceso antidemocrático a todas luces que seguramente terminará en desbandada.
Personajes frívolos, sin convicciones surgidos de la farándula; políticos de reciclaje, cartuchos quemados y verdaderos desconocidos están siendo seleccionados para ir el próximo año a una guerra electoral encarnizada y sin cuartel; totalmente atípica, matizada por una pandemia que dibuja escenarios inciertos, donde se requieren candidaturas competitivas.
Es un secreto a voces que esta maniobra la confeccionan los ultramedinistas, Adrián de la Garza y Francisco Cienfuegos impuestos por obra y gracia del inefable “dedazo”, candidatos a la gubernatura uno y a la alcaldía de Monterrey el otro.
Como invitado de piedra a esta desquiciada repartición de huesos, el prescindible dirigente del PRI de Nuevo León, Héctor “El Mudo” Treviño hace mutis, resignado en su papel de figura decorativa del partido, de simple florero. Maniatado por la fuerza de los medinistas para operar con libertad en la conducción correcta al instituto político; su dirigencia ha sido un fiasco.
Así, con esa capirotada insulsa de candidatos de ocasión, el PRI de Nuevo León transitará por una ruta escabrosa, nublada por la incertidumbre; hacia una inminente derrota.
De plano, quien no conoce su historia está condenado a repetirla, recuerden el 2018, este vetusto partido no asimila las lecciones de sus errores pasado.
O, en otras palabras, como decía la abuela: “Chango viejo no aprende maroma nueva”.