Arnulfo Vigil
Tras haber salido victorioso de la batalla electoral, no sin dos o tres verdugones, el gobernador electo, una vez acordado su nombramiento, transita del grito de júbilo al nivel plano de la realidad, en la que asoman sus rostros tenebrosos grandes problemas que no se han resuelto y que agobian al estado.
Según él, los más graves son el transporte urbano, los términos del Pacto Fiscal en el que Nuevo León aporta mucho y recibe poco, y la escasez crónica de agua, que ni las recientes lluvias han resuelto, y la inseguridad.
Son los más graves, sí, pero no los únicos. La extrema pobreza en que vive la mayoría de los nuevoleoneses es otro problema, quizá más delicado porque tiene que ver con el sustento de la vida humana. No se diga de problemas sociales como el embarazo en muchachas adolescentes, el maltrato familiar, la falta de políticas serias para la producción agropecuaria, la ausencia de una política cultural social.
Desde luego dos aspectos que son importantes también: una política social de la salud, no sólo que abarque el control del Covid-19 sino otros males de los cuales no sabemos su grado de contagios: el Sida y la gonorrea. No se diga de problemas de salud que son sociales como la diabetes, la hipertensión y la obesidad, provocados mayormente por una mala alimentación y consumo inmoderado de Coca Cola y cerveza, para lo cual se requiere un control. Es difícil que Samuel García lo logre porque los dueños de esas bebidas lo ayudaron en su campaña.
Igual de grave es la contaminación que hasta muertes ha causado. Las pedreras son la principal fuente de contaminación. Pero no ha habido una regulación que permita no sólo multas sino clausuras. Samuel, en su carácter de gobernador, debería clausurar las pedreras que no cumplen con las normas mínimas de operación. No lo hará porque uno de los propietarios de pedreras es hijo de Fernando Elizondo Barragán, quien está detrás de Movimiento Ciudadano y estará detrás del gobierno.
Entonces, si Samuel García en su gobierno permite que todo eso siga igual, so pretexto de que esas empresas brindan empleo y pagan impuestos, entonces nada será nuevo. Su gobierno será igual al de la vieja política.
Entonces, la nueva política debe ser humana. Cuando construyen una calle no piensan en las banquetas, es decir, las autoridades piensan en el auto no en las personas. El gobierno de Samuel García debe construir banquetas. Su política debe estar orientada a quienes pagan las consecuencias de los mancomunados intereses privados y gubernamentales: los ciudadanos. Los que andan en camión, los gordos, los prietos, los que piden fiado, los que compran ropa usada, los que comen una vez al día, los que no tienen para comprar los útiles de sus hijos, las prostitutas, los subempleados. A ellos debe ir dirigido al gobierno. ¿Por qué? Porque son la mayoría de habitantes de Nuevo León. Son los que nunca han tenido un gobierno a su favor. Y como están opacos, se convierten en sicarios, halcones, cacos, adictos. No todos, desde luego. Pero todos están desamparados.
Si Samuel García, una vez que asuma el mando del barco, no abre los ojos a la mayoría, su gobierno será como los anteriores.