Por: Antonio Sánchez R.
Las trampas del discurso…
Todos los políticos, TODOS, están cortados con la misma tijera. Lo he dicho infinidad de veces y sigo pensando igual, pues nada ha cambiado y como decía mi abuelito Poncho: “ni cambiará”. La política es una sola, no hay nueva ni vieja y eso está por quedar al “descubierto” en cuanto inicie la nueva administración estatal, misma que, de entrada, nos va a sorprender con sus “novedades”.
Otro asunto que hemos comentado también en varias ocasiones es el hecho de que una cosa es lo que se promete en las campañas políticas y otra muuuy distinta lo que se hace ya en el ejercicio del poder. “El prometer no empobrece…”, pareciera ser el eslogan oculto de todos los candidatos a puestos de elección popular, desde alcaldes hasta los aspirantes a la silla presidencial.
El discurso político está lleno de trampas retóricas, mismas que a las primeras de cambio no se alcanzan a percibir, pero que a la hora en que se llega el momento de hacer efectivo todo aquello que se prometió, incluso “firmado ante Notario Público”, vienen los asegunes, las correcciones o aclaraciones o, simple y llanamente cambiar la plana y con cinismo decir que no se dijo lo que se dijo.
Hablar de la existencia de una vieja política que sería sustituida por una nueva, fue un recurso retórico novedoso que es más que obvio que sirvió para “ganchar” una buena cantidad de simpatizantes que serán, desafortunadamente, de los primeros en quedar decepcionados de la “nueva política” que vendría a aplicar el futuro factugober, Samuel García.
Porque, mire usted, estimado lector: una práctica clásica achacada a la “vieja política” es que por lo regular los candidatos ganadores, sobre todo en alcaldías y gubernaturas y aún en la presidencia de la república, convertían sus administraciones en simples agencias de colocaciones, siguiendo al pie de la letra aquello de que “amistad que no se refleja en la nómina, es pura hipocresía”.
Lo que todo mundo esperaría es que, con esa bandera de la “nueva política”, los compadrazgos, el amiguismo y el corporativismo no deberían tener cabida en la siguiente administración estatal. Pero… ¡oh sorpresa!, ya el mismísimo “goburronador” se encargó de echar por tierra toda esperanza de enterrar la “vieja política”, pues ya dijo que todos los candidatos de Movimiento Ciudadano que no obtuvieron nada en el reciente proceso electoral, ¡ya tienen chamba con él!
Samuel García dijo hasta la saciedad que al llegar a la gubernatura, acabaría con todos los viejos vicios de la política gubernamental, pero se ahorca con sus propias palabras, con su discurso engañoso, dejando en claro que no tiene la menor intención de cambiar absolutamente nada. O sea, se da el cambio para no cambiar. Cualquier parecido con lo que ocurre en otras dimensiones, no es coincidencia.
Como cada seis años, no faltan aquellos que aplauden todo lo que diga o haga el gober en turno. Pero los aplausos irán bajando de intensidad y poco a poco se convertirán en abucheos y hasta en mentadas de máuser. Esto no excluye a la “prensa amiga”, que estará feliz mientras el sobre quincenal no falte o en tanto la publicidad oficial fluya con regularidad.
Yo no deseo que le vaya mal al próximo gobierno, al contrario. Como dijo un amigo: “estaría feliz si me cerraran el hocico, si me mostraran que lo que dije, estaba equivocado”. Pero estoy completamente seguro de que eso no va a pasar. No habrá nada nuevo bajo el sol, la nueva política seguirá siendo la misma política, con sus mismos vicios, con sus mismas falsedades, con su misma hipocresía. Ojalá y me equivoque, la neta, quisiera que el SamyBoy trajera algo distinto, pero en serio, insisto, no creo que bajo su mandato surja “algo nuevo bajo el sol”.