Arnulfo Vigil
Como las plagas bíblicas que azotaban pueblos enteros en un contexto de pensamiento mágico-religioso, el Coronavirus Covid-19 se ha ensañado contra países de todo el mundo, sin pensamiento mágico. Al margen de las especulaciones de que fue creado como un arma biológica en un laboratorio chino o si es un contagio esparcido por especies animales, el Covid-19 ha mermado poblaciones enteras.
Y ha puesto a trabajar horas extra a los laboratorios farmacéuticos y a no pocos científicos. A excepción de las vacunas y su aplicación, no se ha encontrado todavía una fórmula que permita su extinción. O su control total. Al contrario, el Covid-19 está mutando. Es más inteligente, si así puede decirse, de lo que se imaginaba. Y se dispersa en olas, en etapas. Engendra nuevas cepas. Nuevas variantes.
Entonces, estamos en medio de la pandemia. Las vacunas han hecho su labor y ha permitido que las personas salgan a la calle, que se hagan esfuerzos marvelianos para recomponer la economía, que se habiliten las escuelas para el regreso a clases presenciales. Lo cierto es que un año de nuestra vida se ha perdido. Ahorita no se siente, pero en el transcurso del tiempo, sí.
La gente anda en la calle, se organizan fiestas, se abren espacios públicos, se piensa en realizar conciertos multitudinarios. Y eso ha aumentado el contagio. La Secretaría de Salud del Estado reporta que entre mayo y lo que va de junio hay 441 hospitalizaciones y siguen a la alza las infecciones, los casos activos y personas que requieren ventilación mecánica. De esas 441 personas, 357 están confirmadas, 84 son sospechosos y 95 requieren ventilación mecánica. En total durante la emergencia sanitaria se han infectado 187 mil 817 personas.
Estamos en plena pandemia, aunque matizada, con la variante Delta. Las personas se infectan. Las personas infectan. Las restricciones han disminuido los contagios pero los contagios no han disminuido. Y en medio está el regreso a clases. En la Universidad hay un modelo híbrido. En los colegios técnicos también. Pero los padres de familia exigen, y han realizado protestas, que se regrese a clases.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, minimiza la presencia del Coronavirus y asegura el regreso a clases. “Vamos a reiniciar clases, así, en definitiva, no hay nada que lo impida. Hay un segundo rebrote, afortunadamente, de contagios, pero ya tenemos más vacunación y por lo tanto hay menos riesgo de contagio y ya no podemos seguir con las escuelas cerradas, necesitamos abrir, de modo que el reinicio de clases se va a dar”, expresó. Pero no toda la población mexicana está vacunada, es más, es poca la población vacunada. Y el rebrote es más peligroso
En Nuevo León, el gobernador, Jaime Rodríguez calderón, ha sido más prudente. Ha dado a conocer que el regreso a clases presenciales será el 30 de agosto. Pero siempre y cuando el semáforo epidemiológico esté en verde. Ha dicho que regresarán los maestros a las escuelas para revisar los protocolos sanitarios. EL Consejo de Seguridad en Salud del Estado dictaminará si hay condiciones favorables para que el alumnado regrese a la escuela, es decir, que el semáforo esté en verde.
El Covid-19 no se ha ido.