dom. Feb 23rd, 2025

Debido a la emergencia sanitaria causada por la pandemia, el home office o trabajo en casa se ha convertido en una norma en el último año y medio. Aunque muchos empleados ya regresaron a sus lugares de trabajo, todavía existe un alto porcentaje que labora desde su hogar. 

De acuerdo con cifras de la consultora KPMG, el 63% de las empresas en México planean mantener el esquema de teletrabajo después de la pandemia. Según este informe, el 91% de los empleados se mantendrán trabajando en esta modalidad al menos dos días a la semana una vez que se controle el virus. En este sentido, es importante repensar el home office y mejorar las condiciones, sobre todo con relación al número de videollamadas laborales. 

Los trabajadores tienen una relación ambivalente con el trabajo remoto. Por una parte, el 62% cree que son más productivos trabajando desde su hogar. En contraparte, el 33% señala que una de las desventajas de este esquema es que trabajan más horas que antes y fuera de horarios habituales.

Síndrome de fatiga y las videollamadas 

“El home office, al parecer, llegó para quedarse. En el inicio de la pandemia la transición hacia esta modalidad de trabajo fue apresurada debido a las condiciones apremiantes. En el contexto post-pandémico se deben de replantear ciertas cuestiones para mejorar la experiencia de todos. Uno de los principales desafíos de las empresas debe ser que la salud mental de los colaboradores esté en buen estado”, señala Andrea Rojas, Head de People Operations en Runa, plataforma de nómina y gestión de Recursos Humanos. 

De acuerdo con el estudio Nonverbal Overload: A Theoretical Argument for the Causes of Zoom Fatigue, realizado por la Universidad de Stanford, las videollamadas pueden detonar estrés adicional en los trabajadores por diversos factores. En primera, durante estas reuniones virtuales se interrumpe el ritmo natural de una conversación y fuerza a los participantes a mirarse directamente a los ojos, a diferencia de una junta presencial.

Según esta investigación, el esfuerzo de comunicación que hacen los participantes de una videollamada es más elevado que quien realiza una llamada telefónica. Además, las personas que tienen una llamada por alguna de estas plataformas, tienen que hablar más alto en sus intervenciones y tienen que exagerar el lenguaje no verbal para recalcar algún punto. 

En una videollamada es más complicado interpretar los gestos y miradas de otra persona. Estos factores, sobre todo si las reuniones se hacen de manera innecesaria y frecuente, pueden contribuir a que el estrés de los trabajadores se incremente.

Por Admin

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