Por: Antonio Sánchez R.

Mal empieza la semana…

Dice un viejo dicho que “mal empieza la semana para el que ahorcan en lunes”… Y en pleno lunes se desató un tormenta de proporciones inusitadas en el municipio de San Pedro Garza García, sí, ese que alguien juraba y perjuraba que estaba “blindado” y que contaba con la mejor planta de burócratas, por encima de muchos municipios, como debería ser en un “Municipio Modelo”.

Y pues resulta que la realidad es otra, muy distinta a la que nos han querido vender en  los últimos 30 años. San Pedro ya no es aquel municipio de antes, en el que la eficiencia administrativa lo llevó a ser reconocido a nivel nacional como uno de los mejores municipios del país, destacando por la calidad de los servicios públicos, entre los que destacaba la otrora honorable corporación policíaca.

Todo cambió radicalmente. Aunque por décadas el discurso oficial ha sostenido que se continúa bajo un esquema de “calidad”, lo cierto es que en muchos aspectos ya no se cuenta con la misma eficiencia de antes, a pesar de que actualmente hay casi el triple de empleados que los que había hace 33 años. Hay demasiada gente en la administración municipal y entre esa gente, hay empleados que se la pasan todo el día “tirando barra”.

A la hora de señalar culpables de todo lo que está ocurriendo hacia el interior de la administración municipal, especialmente en Seguridad Pública, casi todos han volteado hacia el alcalde Miguel Treviño. Y es normal, pues como cabeza principal de la administración, es lógico que se piense que él y nadie más que él debe cargar con el paquete que le han endosado.

Y digo que le han endosado porque eso de que la policía sampetrina ha sido infiltrada y dentro de ella se encuentren elementos que trabajan para el crimen organizado no es nada nuevo. Ocurre desde hace muchos, muchísimos años. La cloaca destapada en estos días no es otra cosa más que la deshonrosa herencia que le dejaron sus antecesores panistas al actual alcalde.

San Pedro Garza García nunca estuvo “blindado”. Todo fue un show dolosamente montado para que los ciudadanos pensaran que contábamos con una corporación policíaca confiable, lo cual siempre estuvo en entredicho, sobre todo cuando se empezó a hablar de la existencia de “cuerpos élite” y “grupos rudos”, cuyo trabajo siempre dejó mucho qué desear. Con esto, no quiero decir que todo esté podrido en la SSPV sampetrina, para nada. Hay muchos elementos valiosos que quieren realmente a la institución y que podrían formar la base de una  corporación renovada.

Así como se llegó al descubrimiento de los malos elementos policíacos, mediante una investigación  exhaustiva, la administración municipal debería lanzarse a fondo en torno a las necesidades de personal, puesto que es evidente que en casi todas las áreas existe gente de más y eso significa un gasto excesivo en la nómina la verdad, no le caería nada mal una “podada” a dicha nómina, ¡imagínense el ahorro que se generaría! Le alcanzaría al alcalde para muchas cosas…, hasta para abonarle a la asfixiante deuda pública. ¿Le entra señor alcalde?

Pero hablemos de cosas buenas y ya que andamos en asuntos de alcaldías, fíjese estimado lector que el que anda feliz de la vida es el alcalde de Apodaca, César Garza Villarreal, y no precisamente porque va a repetir en la administración de aquel municipio, gracias a su incuestionable triunfo en el pasado proceso electoral, en el que “barrió” literalmente con sus oponentes y sirvió como pieza clave para que se ganaran diputaciones locales y federales también.

El motivo de la felicidad de César es otro, muy importante y también tiene qué ver con su trabajo como alcalde de Apodaca, ya que gracias a la labor que ha realizado durante su gestión, fue reconocido como el mejor alcalde a nivel nacional al recibir la presidencia de la Federación Nacional de Municipios de México, lo cual significa no sólo una gran distinción, sino también un serio compromiso. Bien por César Garza y bien por Apodaca.